Por lo general, la gestación conlleva alegrías, sueños, planes en familia y muchas expectativas, aunque lamentablemente no siempre pueden cumplirse. Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, la muerte perinatal es aquella muerte del bebé entre la semana 22 de la gestación hasta los siete días de nacido generando un dolor devastador y mayores dificultades emocionales en comparación a otras pérdidas.
Estamos lejos ya del MMC (mientras me caso) y por eso, muchas de las mujeres que han retrasado la maternidad en algún momento se han hecho esta pregunta ¿Por qué tener hijos? La decisión de no ser madres tiene que ver con muchos factores…
“Reconocer que una madre no ha sido una buena madre es duro y no siempre se puede llegar a dicha conclusión.” Gema Lendoiro
Hablar acerca de la
relación de la madre con sus hijos es imaginar a estas madres que tienen como
prioridad atenderlos y darles las herramientas necesarias para que en algún
momento puedan valerse por sí mismos, una madre que les nutre no sólo de
alimentos sino de los elementos necesarios en su desarrollo personal
haciéndoles saber que son importantes en la vida y que sus propias decisiones,
así sean errores, pueden trascenderlos. Cuando se habla del control de alguien
hacia otro ser humano, se tiene la idea de que es alguien que es una especie de
dictador (como cuando nos referimos a una persona que no permite a otro
desarrollarse plenamente en su potencial) lo que menos se piensa es ver la
figura de una madre que no dejará crecer o dejará libre a su hijo o hija.
Una madre con rasgos de
personalidad tóxica, que no permite soltar las riendas de la vida de sus hijas
e hijos, manifestará conductas y palabras en su contra, sutil o abiertamente.
Un claro ejemplo de los mensajes que llegan a decir a sus hijos es el famoso,
“es por tu bien”, que no sólo muestra poca sensibilidad sino que nos habla de
ese poco respeto que se tiene hacia la otra persona. Una madre, en la medida de
lo posible, da lo que puede con los elementos que tiene, y nos referimos a los
ámbitos de los económico y lo emocional. No obstante, para algunas madres, dar
no es lo suyo, sino retener. Una característica de una madre que quiere o
pretende controlar todo lo que dice, tiene, hace, decide o piensan sus hijos,
radica en el hecho de cómo educa a sus hijos. Desde la aceptación a toda prueba
de que esa responsabilidad es totalmente asunto materno, dando a entender que
sus propios hijos no tienen ni tendrán capacidad alguna para decidir algo
respecto a su propia vida. Una madre promedio creemos que podría decirle a
cualquiera de sus hijos, “quiero que seas feliz”, y seguramente le impulsará a
que en algún momento pueda valerse por sí mismo llegado el momento. Sin
embargo, para una madre que pretende y tiene todo el control dentro de su
hogar, ese tipo de ideas no pueden ser aceptadas, nulificando así, cualquier
indicio de independencia por parte de sus hijos y sobre todo a cualquier edad.
Un dato interesante respecto a este modo de vida de madres que no le permiten a
sus hijos crecer, es precisamente que creen en lo profundo de su ser que lo que
hacen lo hacen realmente por amor, o mejor dicho, desde una idea retorcida del
amor, aquella idea que nos habla de que los hijos le tienen que agradecer todo
a sus padres y que quedarán en deuda el resto de sus días. Cuando se observa de
cerca que muchos hijos e hijas de madres que no permiten a sus hijos crecer o
soltarse, es común poder ver la indecisión, la falta de voluntad, sobre todo,
cuando mamá es quien está diciendo día a día, cómo deberían ser y cómo deberían
actuar, no existe esa identidad propia por parte de los hijos. La madre cree
firmemente que sus hijos le pertenecen y que no tienen ningún derecho a irse o
a abandonar a esa familia nuclear.
Hace ya algunos años hemos sido testigo de diversos cambios en el núcleo familiar, muchos de los niños de primaria por ejemplo, están desarrollando diversas actividades extraescolares como danza, karate, idiomas o incluso la jornada escolar extendida, no nos parece raro poderlos observar en el parque caminando o en las papelerías cercanas de la mano de su abuela.
Mientras tanto, los padres, para asegurar el bienestar económico de la familia salen a trabajar. De esta forma, los adultos jóvenes no suelen preguntarles a sus padres si pueden ocuparse de sus hijos y es frecuente que consideren, por ejemplo, que sus obligaciones laborales son más importantes pues aseguran el sustento y de esta forma, las abuelas -más comúnmente- se hacen cargo de la crianza de sus nietos porque sus hijos no pueden hacerlo y porque sienten que es su deber.
Para las personas que se han refugiado en la comida, el pensamiento más común que les acompaña es que la comida nunca abandona, no pone pretextos ni tiene ideas propias. Eso lleva a las personas a ingerir alimentos sin control, día a día, generando en nuestro cuerpo no solo sobrepeso u obesidad, aumento del cansancio y el riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular debido a que, en períodos de inestabilidad, estamos más propensas a elegir alimentos grasosos.
Para Geneen Roth -autora del libro “Cuando la comida sustituye al amor”– lo que nos sirve no es el sabor ni la textura ni el olor de la comida; comer en exceso es (más…)
Era 1922 cuando el antropólogo Bronislaw Malinowski describía el kula. Este se trata de un sistema de intercambio, en Nueva Guinea, destinado a generar prestigio. Su intercambio no piensa en el objeto o la posesión, sino en la relación. Existen otros tipos de intercambio donde lo más importante es redistribuir los bienes y otros donde lo que se ofrece nos deja con la sensación de que no nos será posible responder con algo equitativo; ya en un terreno individual, la obligación de devolver forma parte de nuestra psique, al menos dentro de nuestra cultura. Robert Cialdini, psicólogo y profesor de la Universidad de Arizona, comenta que en toda relación social existe un principio de reciprocidad que nos rige, pues tenemos la necesidad de responder cuando recibimos algo, es decir, de restaurar el equilibrio.
De ahí que, toda persona que sea privada de su capacidad de reciprocidad se enfrenta (más…)
Todos sabemos que la muerte es un proceso biológico compartido por toda la humanidad sin dudar. Yo tenía 3 años cuando mi abuelo falleció, ese fue mi primer acercamiento con ella.
De su entierro no recuerdo nada, sin embargo, del velorio tengo muy nítidas las imágenes; observaba a todos, los seguía para ver a dónde iban o que hacían. Cuando tuve la oportunidad, arrastré una silla para ver a mi abuelo en el féretro, parecía muy tranquilo, nada similar al bullicio y el desfile de comida que desfilaba entre los y las asistentes. Algunos Tanatólogos llaman a eso (más…)
Muchos de nosotros permanecemos en una lucha constante en varios aspectos de nuestra vida, incluso parece que nos dirigimos siempre a los mismos problemas pero con personas diferentes. Para salir del paso podemos decirnos que se trata de mala suerte pero, para Eva Pierrakos y Judith Saly -divulgadoras del método Pathwork- estos patrones repetitivos tienen su origen en el intento de reproducir la situación de la infancia con el fin de poder corregirla; la manera más frecuente de remediar esta situación es mediante la elección de pareja.
El origen de esto tiene que ver, entre otros factores, con (más…)
Las heridas del pasado están en el origen de todo tipo de expectativas y proyecciones. Cuando no se está en paz con la propia infancia puede ser muy difícil soportar
La agresión y la violencia, vista como sinónimos, ha ido acompañando al Hombre desde hace muchos siglos, la predisposición genética por si sola no es suficiente para engendrarla. El rechazo materno, la normalización de la violencia en casa, la falta de tolerancia y los fracasos pueden hacer de la violencia un modo de vida.
Para fines prácticos definiremos la violencia como “la fuerza que se hace a alguna cosa o persona para sacarla de su estado, modo, o situación natural. La acción o el comportamiento manifiesto que aniquila la vida de una persona o grupo de personas o que pone en grave peligro su existencia”. (Gómez, 2005) La violencia emocional o abuso psicológico, es (más…)