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¿Adolescentes con ansiedad y depresión?

Hola buenos días soy Israel, tengo un hijo de 13 y otro de 17 años. Ahora que han regresado al colegio siento al grande muy triste, le ha costado mucho trabajo retomar sus amistades, le da pena quitarse el cubrebocas cuando van a comer, hasta prefiere quedarse sin lunch porque no quiere que lo vean. También le asustan los trabajos en equipo, le cuesta concentrarse en sus tareas y está todo el tiempo enojado. El de 13 creo que está peor porque dice que le da miedo ir a la escuela,  no quiere ir y se comporta como si fuera un niño chiquito que quiere estar todo el tiempo pegado a mí. Por las noches batalla mucho para dormirse. Ahora, con esto del aumento del contagio de COVID, en su escuela dieron la opción de mandarlos de nuevo a formato híbrido dado que las clases acaban a finales de julio. Mi esposa y yo queremos que sigan asistiendo a la escuela, pero los dos están muy emocionados con quedarse mejor en línea. Me preocupa que se están aislando de más ¿Qué puedo hacer?

slightly_diferent en Pixabay

Israel, muchas gracias por escribirnos y compartirnos tu historia. Lo que están experimentando tus hijos son los estragos de la pandemia que en muchos de los niños y jóvenes se ha traducido en ansiedad y depresión. Te compartimos los siguientes datos:

“En América Latina y el Caribe, una encuesta reciente de U-Report de UNICEF entre los jóvenes generó más de 8.000 respuestas y reveló que más de una cuarta parte había sufrido casos de ansiedad, y un 15% depresión.”

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¡Ayuda! No quiero volverme como mi mamá

Me llamo Rosario, desde mi infancia tengo una relación muy ríspida con mi mamá porque siempre ha sido muy exigente con todo lo que hago: como me peino, como me visto, como me río, quienes son mis amigas…la elección de carrera, los novios…en fin pareciera como si nada de lo que yo hiciera fuese suficiente. Mi madre es muy intensa, en la misma proporción que me exige, me enaltece con los demás, es decir con sus amistades y conocidos siempre se expresa orgullosa de mi, de mis logros pero en lo personal parece que nada le es suficiente. Creo que lo más complicado son sus modos, utiliza unas frases históricas con las que podría traumatizar al más insensible. Siempre juré y perjuré que no sería como ella, porque me ha costado mucho trabajo superar sus formas. Hoy tengo dos hijos un niño de 7 y una adolescente de 12 y me veo repitiendo muchas de esas actitudes que tanto critique, a veces siento que hasta la copio, que uso los mismos gestos, las mismas palabras. ¿Qué puedo hacer? De verdad no quiero ser como ella…

Madre e hija en la playa

Rosario gracias por escribirnos, esto que nos cuentas es como la historia sin fin, se repite una y otra vez y pareciera que no podemos evitarlo, pero… ¡sí se puede! El punto es entender por qué caemos en esta “repetición” a pesar de habernos jurado una y mil veces que no lo haríamos. Por ahí dicen que las palabras enseñan, pero el ejemplo arrasa y justo de eso se trata. Desde que somos muy pequeños aprendemos a partir de lo que vemos, se llama aprendizaje por modelado y se refiere a aquel que se produce por observación y repetición de las conductas ajenas.

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¿Cómo equilibro entre darle seguridad de ser ella misma que salga con confianza, que viva su vida pero que al mismo tiempo sea precavida sin inculcarle temor?

Les pongo en contexto, tengo una hija de 13 años. Está en el proceso de cambio, ya tiene curiosidad por arreglarse más y empezarse a maquillar, vestirse más coqueta… Cómo muchas mujeres de mi edad nos enseñaron que si te vistes coqueta y te arreglas estás en riesgo que te pase algo en la calle. Sabemos que la situación de seguridad todavía no es buena para las mujeres.

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Muchas gracias por escribirnos y permitirnos orientarte Citlali.

La situación que planteas es más compleja de lo que parece por qué, como bien dices, es necesario evitar exponerlas en una sociedad en la que aún sigue predominando el machismo y las falsas ideas en las que se justifica el abuso y la violencia sexual culpando a las mujeres incluso por la forma como se visten. Por supuesto en un mundo ideal deberíamos tener la libertad de elegir nuestra vestimenta, pero en el contexto real de nuestro país nos toca ser prudentes y enseñar a nuestras hijas a ser precavidas, no porque ellas estén provocando a los hombres, sino por qué desde esta mirada machista, es visto como una “excusa” que tristemente es avalada incluso por algunos encargados de la impartición de la justicia.

Dimitris Vetsikas en Pixabay

¿Por dónde empezar entonces? ¿Cómo explicarles que no necesitan cubrir los estereotipos que les venden las revistas, las series, películas y por supuesto las imágenes de las redes sociales? ¿Qué herramientas les damos para no caer en la tentación de cumplir las expectativas que les exigen su amigas y pares?

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