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Me llamo Rosario, desde mi infancia tengo una relación muy ríspida con mi mamá porque siempre ha sido muy exigente con todo lo que hago: como me peino, como me visto, como me río, quienes son mis amigas…la elección de carrera, los novios…en fin pareciera como si nada de lo que yo hiciera fuese suficiente. Mi madre es muy intensa, en la misma proporción que me exige, me enaltece con los demás, es decir con sus amistades y conocidos siempre se expresa orgullosa de mi, de mis logros pero en lo personal parece que nada le es suficiente. Creo que lo más complicado son sus modos, utiliza unas frases históricas con las que podría traumatizar al más insensible. Siempre juré y perjuré que no sería como ella, porque me ha costado mucho trabajo superar sus formas. Hoy tengo dos hijos un niño de 7 y una adolescente de 12 y me veo repitiendo muchas de esas actitudes que tanto critique, a veces siento que hasta la copio, que uso los mismos gestos, las mismas palabras. ¿Qué puedo hacer? De verdad no quiero ser como ella…

Madre e hija en la playa

Rosario gracias por escribirnos, esto que nos cuentas es como la historia sin fin, se repite una y otra vez y pareciera que no podemos evitarlo, pero… ¡sí se puede! El punto es entender por qué caemos en esta “repetición” a pesar de habernos jurado una y mil veces que no lo haríamos. Por ahí dicen que las palabras enseñan, pero el ejemplo arrasa y justo de eso se trata. Desde que somos muy pequeños aprendemos a partir de lo que vemos, se llama aprendizaje por modelado y se refiere a aquel que se produce por observación y repetición de las conductas ajenas.

Albert Bandura fue el primero en hablar sobre esta teoría de la personalidad y puntualizó que los niños imitan las conductas, ideas y pensamientos de sus padres o cuidadores porque son modelos a seguir. Este proceso de aprendizaje se realiza en cuatro pasos:

  1. Atención:  quizá te preguntes cómo es que uno elige a quien imitar y a quien no, Bandura hace una acotación: “si el modelo es colorido y dramático, por ejemplo, prestamos más atención. Si el modelo es atractivo o prestigioso o parece ser particularmente competente, prestaremos más atención. Y si el modelo se parece más a nosotros, prestaremos más atención.”
  2. Retención: una vez que vemos con atención la conducta a imitar la “archivamos”, para regresar a ese recuerdo.
  3. Reproducción: evocamos el recuerdo y lo actuamos cuando consideramos que es aplicable.
  4. Motivación: este es el punto más importante, imitamos sólo cuando consideramos una buena razón para hacerlo, por ejemplo, cuando tenemos una buena ganancia secundaria, es decir cuando sentimos que eso que hicimos, sea agradable o no, surtió efecto, por ejemplo, cuando un niño hace un berrinche el proceso no es agradable, pero si se da cuenta que al final consigue el juguete que está pidiendo, volverá a emberrincharse las veces que sea necesario, porque la recompensa valdrá la pena. Si por el contrario no lo obtiene, evitará esta conducta porque sabrá que no le trae un beneficio.

Analizar este proceso además de permitirnos comprender cómo adquirimos esas conductas que tanto criticamos también nos muestra… ¡cómo las enseñamos! Lo comento por si te has preguntado qué tanto puede repetirse la historia, es decir si tus hijos también copiarán esas actitudes que tu criticabas pero que ahora les modelas casi sin darte cuenta. 

Espera, no todo es tan drástico, la buena noticia es que podemos modificarlas a través de lo que Bandura llama la autorregulación que consiste, en primera instancia, en identificar y tomar consciencia de esas conductas que queremos evitar. Empieza a observarlas atentamente, ¿Cómo te ves?, ¿por qué lo haces? Quizá te darás cuenta que nunca te habías detenido a pensarlo solo lo repetías y ya. Hasta que un día te llegó una luz roja con el reclamo: “¡Soy como mi madre!”, y en ese momento te percataste de esa imitación, te horrorizaste y paralizaste. Ahora recuerda, ella fue tu modelo para aprender y para educar pero, tú puedes tener tu propio estilo de enseñanza.

De aquí pasamos al segundo paso, el juicio, piensa en otras formas de reaccionar frente a la misma situación que sean más asertivas, en las que sea congruente lo que piensas con lo que dices, lo que haces y lo que quieres expresar o la respuesta que quieres conseguir de tus hijos, ¿qué consecuencias tendrán estas opciones para ti y para ellos?

Finalmente, Bandura aconseja reforzar esa auto-respuesta es decir validar las consecuencias positivas que lograste con esa nueva acción, darte cuenta cómo pudiste desprenderte del lugar que te modeló tu madre y generar uno nuevo que a la vez que estás modelando a tus hijos. Ese reforzamiento a partir del beneficio que obtuviste, te permitirá sentirte más fuerte para hacer otros cambios.

Manos a la obra

Te pongo un ejemplo. Tu hija adolescente se va a la escuela el viernes dejando su cuarto absolutamente desordenado pese a que le has pedido durante toda la semana que lo arregle. El escenario cotidiano sería que, al regresar a casa, la obligarías a recoger su cuarto mediante gritos, regaños, chantajes (sobre lo poco que valora tu trabajo como mamá, etc.), insultos y la castigarías. A los pocos minutos recordarías que repetiste hasta las mismas palabras que tu madre usaba contigo, es más, actuaste igual de exagerada. Acto seguido, te ataca la culpa y, para compensarla,  ya no le cumples el castigo.

Imagina ahora este escenario. Llegan tranquilas a casa y le dices: “¿Te acuerdas del permiso que te había dado mañana para ir al cine con Mónica? Pues desafortunadamente no podrás ir porque tu cuarto sigue desordenado. Quiero recordarte que los permisos son privilegios que nos ganamos después de cumplir con nuestros deberes, por lo que te pido que la próxima vez, antes de pedir un permiso, revises que hayas hecho tus deberes.” Fin del discurso. Por supuesto tu hija reclamará, llorará, hará un drama (¿quizá un poco parecido al que tú le hacías?) pero tú no dirás una palabra más y te mantendrás firme en tu respuesta. ¿Qué obtendrás? Para ti, la tranquilidad de haber sido firme, justa y sin perder el control. Para ella, dejarle un precedente: su cuarto arreglado es su pase de salida porque es su responsabilidad.

Hacer cambios es difícil, si crees que necesita ayuda no dudes en consultarnos, en Mentalizarte estamos listas para escucharte y darte las estrategias necesarias para alcanzar tus objetivos ¡comunícate con nosotros!

Recuerda que puedes enviarnos tus consultas o preguntas, puedes utilizar un pseudónimo o escribirlas de manera anónima. Les daremos respuesta en las siguientes entregas. Escríbelas en nuestra sección de comentarios o envíalas a csanchez28@gmail.com.

Fuente:

Boeree (G, 1998), Teoría de la personalidad, Traducción al castellano: Dr. Rafael Gautier (2001) publicado en Webspace, recuperado de https://webspace.ship.edu/cgboer/banduraesp.html

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