En una de mis andanzas curiosas por el mundo, alguien me dijo que perdonar era una palabra hermosa. En su disertación separaba la palabra en dos: per-donar. Al hacer la separación decía que el perdonar a alguien, o alguna situación de la vida, es en realidad dar y demostrar nuestro don humano, porque el perdón es tan humano como el error.
Aun así, hay quienes viven enganchadas en los agravios y en las malas situaciones que la vida nos genera y algunas veces es por creencias erróneas como los mitos que te voy a mostrar aquí.
Nuestro cuerpo está diseñado para deshacerse de la mayoría de cosas que no necesitamos y lo hace a través de la orina, las heces y del sudor. Todos estos mecanismos nos ayudan a sacar lo tóxico y dañino y su ventaja es que esto pasa sin que nosotros tengamos una acción voluntaria. Pero no funciona así nuestra mente. Ella conserva cada pensamiento negativo y cada recuerdo o sensación de malestar, sin duda muchas toxinas mentales que nos dañan.
un-perfekt en pixabay
Y así, con el dolor y el sufrimiento normalizado se pueden ir sumando otros dolores y frustraciones y no sentirlos ya tan profundos ni tan fuertes, se les hace espacio con la esperanza de que quizá mañana ya no esté ahí. Pero, la mente obedece lo que le mandamos hacer, si no le decimos nada ella no hace nada. La mente no toma acciones por sí misma, la única forma que tenemos de limpiarnos es hacer un acto consciente y voluntario.
En el consultorio es normal ver a muchas personas enclaustradas por años con su sufrimiento y pensamientos que generan mayor malestar y puede tratarse de problemas actuales, pero no recientes. Así como limpiamos nuestra casa y desechamos del closet aquello que ya no vamos a usar, así como desplazamos a la papelera de reciclaje aquello que nos consume espacio, quitar el sufrimiento requiere proactividad de nuestra parte.