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Foto blanco y negro. Mujer y hombre viendo en diferentes direcciones pero unidos, codependientes.

¿Soy codependiente?

La aparición del término codependiente data de finales de los años setenta y se utilizaba para designar a aquella persona que convivía con alguien químicamente dependiente, es decir, adicto a algún tipo de droga o alcohol. Posteriormente, Robert Subby, autor del libro “Lost in the Shuffle: The Co-Dependent Reality” la define como una situación emotiva, psicológica y conductual de una persona que se mantiene, por un periodo prolongado, ante una serie de reglas opresivas que producen problemas personales e interpersonales.

Por lo general el comportamiento codependiente se enreda inevitablemente con el hecho de tener que ser una buena madre, hija, buena esposa o buen marido o hijo; no es opción no hacer lo que los demás necesitan, para no tener que lidiar con la culpa, y es este sentimiento el que empuja a no esperar nada a cambio. Por dicha razón, la periodista y escritora, Melodie Beattie construye años después esta definición: “codependiente es aquel que ha permitido que el comportamiento de otra persona le afecte y está obsesionado por controlar dicho comportamiento”.

 Es necesario precisar que es natural querer ayudar a aquellos a quienes amamos y es natural que nos sintamos afectadas por aquellas situaciones que los aquejan, la diferencia radica en que no todas reaccionamos como si fuera nuestra responsabilidad, resolver o mantener la felicidad de esa otra persona.

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El enojo como expresión de amor

   pikwizard-ca4aaf24675b81ddceaf010dbf201e05   El enojo, como ya lo hemos expresado en nuestro artículo El lenguaje de las emociones, al ser una emoción de gran energía, para muchos, suele también ser amenazante, pues existe el miedo asociado a perder el control, volvernos iracundos y lastimar a quienes queremos. Aunado a esto, muchas de las ocasiones sucede que nuestro enojo no se manifiesta en la proporción correcta, esto debido a que solemos expresar nuestro enojo de forma más intensa con las personas que consideramos más cercanas; cuando esto pasa tampoco hacemos un balance de qué es lo que exactamente nos molesta, entregamos a quién esta enfrente un garrafón repleto de enojo sin ver que ahí hemos depositado mi enojo al trabajo, mi enojo por la falta de tiempo, por la falta de empatía hacia mis hijos, por la intromisión de mis padres o por el gentío con el que me topo todos los días en el metro.

   Entonces, que el enojo sea sano o enfermizo, (más…)