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Adultos que se comportan como niños: el síndrome de Peter Pan

En algún momento de nuestra vida nos hemos topado con personas que le huyen al compromiso, que no quieren independizarse de los padres y que a pesar de que los años pasen continúan sin querer asumir responsabilidades propias de la madurez. Son adultos que viven en el país de Nunca Jamás para no asumir el rol de padre, de pareja o de profesionista.

Eso es justamente el síndrome de Peter Pan, un conjunto de rasgos (más comunes entre hombres que en mujeres) que se caracterizan por mostrar gran inmadurez emocional en la vida adulta, lo que implica un desfase entre la vida cronológica y la edad emocional.

El perfil comportamental de estas personas fue descrito en la década de los ochenta por el psicólogo Dan Kiley en su libro El síndrome de Peter Pan, en el que puntualizo el comportamiento de sus pacientes, refiriendo que parecían estar estancados en la adolescencia y no eran capaces de desenvolverse satisfactoriamente sin la ayuda de otras personas. Otros síntomas del Síndrome de Peter Pan son:

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¿Tengo un Niño Interior lastimado?

Por Lic. José Pastor

   kaboompics_Toddler playing in the sandLos niños, esas pequeñas personitas que andan de aquí para allá en el kínder o la escuela primaria, haciendo tremendo escándalo; ensuciándose o quedando pegajosos con lo que encuentran en el piso o tengan a la mano. Si nos preguntamos cómo es un niño -hablando en términos de la etapa evolutiva del ser humano y no en cuanto a género- las respuestas rápidas serían, que son desenfadados, traviesos, alegres, gritones (muy gritones), que no pueden estar quietos, que se ensucian rápido y no pueden durar mucho tiempo limpios (pese al grito furibundo de las madres), que son muy directos si opinan algo de ti, no importa si les preguntas sobre tu vestimenta o tu maquillaje, te dirán exactamente cómo te ves, sin rodeos.

   Ahora, ser niño significó distintas cosas para cada uno de nosotros. Cada (más…)

Los niñxs, la muerte y el duelo

Hablar de la muerte es para cualquier persona algo tan delicado como complejo. Más aún cuando es necesario hablar de esto con una niñx. Bowlby (1980) teoriza al respecto comentando que la información de la muerte de una persona allegada llega a los niñxs muchas veces de forma ambigua, ya que el adulto no sabe qué decir ni cómo decirlo, y por esto las consecuentes respuestas que tienen los niños para afrontar la situación muchas veces no es afín con la misma. (más…)