La fenomenología se ha interpretado con frecuencia como un intento de descubrir determinadas certezas y verdades indubitables que pudieran servir como punto de partida para cualquier tipo de conocimiento, pese a esa idea, la fenomenología no es una disciplina deductiva, sino más bien, descriptiva muy diferente a las matemáticas y que se mancuerna con otros saberes como lo es la Psicoterapia de Arte.
Para el creador del enfoque fenomenológico -Edmund Husserl-, y quienes han tomado su enfoque en la Psicoterapia de Arte como lo es Betensky (1995) o Thomsen (2011) el binomio de ambas teorías se centra en “el arte de mirar y ver” en el que se presta especial atención a la experiencia auténtica del proceso artístico y el producto artístico del creador. Esta observación fenomenológica posibilita la detección del mundo interior del creador a través de una interacción continua y progresiva entre terapeuta y cliente.
Sí entendemos la fenomenología como un acercamiento a la realidad que podemos percibir a través de nuestros sentidos, esta puede ofrecer una respuesta dentro del quehacer de la también llamada terapia de arte en cualquiera de sus tres niveles de intervención. Como lo propone Thomsen (2011) la fenomenología le aporta a este enfoque la posibilidad de revelar aquellos aspectos ocultos del sujeto a través de la producción artística. El aspecto más diferenciador de este enfoque, es el de la libre elección, en el que los pacientes eligen los materiales y los temas a abordar libremente.
Cabe señalar que está libre elección, al menos ahora lo pienso así, tiene que ver con la tradición filosófica del mismo E. Husserl -ya que desde lo natural y lo social descubrimos la ambigüedad de la vida-, y de estar en “el mundo y ser en el mundo” del propio M. Heidegger, pues trata de enmarcar nuestra existencia de cabo a rabo a partir de nuestras elecciones. Por supuesto que esta forma de intervención.
El método
A partir de esto Emily Thomsen genera un método formado por cuatro etapas, las cuales son: Pre-juego, donde el usuario trabaja directamente con los materiales de arte, experimentando con ellos y observando lo que se puede lograr. La segunda, que es propiamente la elaboración de la obra de arte, la tercera fenomenología intuitiva con el fin de interpretar la obra y conocer cuál es su significado. La cuarta y última, integración fenomenológica, donde el paciente expresa su reflexión de la obra, encontrando semejanzas y diferencias entre la vida real y la obra de arte que ha elaborado.
Por supuesto, esto queda más claro remontándonos a la teoría Husserliana, para lo cual, siguiendo el análisis que hace Jesús Adrián Escudero en su introducción, “la realidad no es simplemente un hecho bruto separado de todo contexto de experiencia y cualquier entramado conceptual, sino que precisa de la subjetividad para articularse de forma conceptual y comprensiva […] Los objetos solo tienen significado para nosotros a través de nuestra conciencia de ellos, sobre todo en el sentido de que se dan al sujeto de cierta manera según diferentes estructuras de aparición y con un significado determinado” (Husserl, E. 2011:33).
La Terapia de Arte coloca este saber al momento de la descripción que hace el paciente de su obra y su creación. Si, por ejemplo, se le ha pedido al paciente que dibuje un símbolo de lo que la hace ser capataz y la representación resultante de ello es un ojo a la mitad de la hoja, el paciente comenzará por describir cómo ese ojo en el centro se relaciona con el ser capataz, podría decir que está en el centro para tener un campo de visión certero, que desde ahí puede controlar todo, que quizá lo hizo de cierto tamaño para fuera efectivo.

En ese momento, como lo formula Betensky, estaríamos generando el primer paso para consolidar la segunda experiencia en la terapia de Arte, la experiencia de mirar el objeto creado. Para ello se requiere algo de ayuda para aprender a mirar para ver todo lo que se puede ver en su expresión artística. Es a partir de la descripción del terapeuta y de su visión, que el paciente tiene la posibilidad de generar un ángulo más allá de su visión. Siguiendo con el ejemplo propuesto, podría ser: “dijiste que estaba en el centro para ver todo y tener todo bajo su control, y yo noto que ese ojo solo puede ver hacia al frente”.
Se podría incluso hablar sobre el factor histórico de la modificación que ha tenido ese ojo. La temporalidad es otra contribución de la fenomenología, aunque en este caso sería la aportación de M. Heidegger y el “ser ahí” lo que abriría el dialogo al cómo me comporto, de qué manera me comporto ante lo que veo y de qué manera ante lo que no veo, de cada posibilidad de ser a lo largo del tiempo e incluso de ese espacio llamado consultorio.
Por otro lado, desde Merleau-Ponty y rescatando el análisis que hace Rebeca Treviño (2007), estamos en el mundo, habitamos el mundo, un mundo además manifiesto desde mi percepción y desde mi cuerpo, donde la esencia de la verdad se manifiesta en mi en relación con el mundo. Llevado esto a la terapia de arte tenemos que, a la hora de iniciar con el proceso creativo el paciente existe en la relación con los materiales plásticos, en la organización de su campo de trabajo, en el sentir de la sensorialidad que el material le ofrece. En la terapia con arte se suele decir que el cómo utiliza cada paciente el material es la forma simbólica en que se relaciona con su mundo interno.
La experiencia de verse desde el objeto creativo, por supuesto, se puede ir modificando también por el sentimiento, ese que para Merleau-Ponty es la comunicación vital con el mundo y que le da referencia al cuerpo.
El aporte teórico que puntualiza Mala Betensky, intenta comprender los fenómenos de la obra de arte y el proceso creativo desde dentro de sí mismo a través de la “observación intencional” y la reflexión. Para ella, las tres características principales del método fenomenológico son: 1) la atención a la descripción de los fenómenos percibidos; 2) enfocarse en capturar la esencia; y 3) la esencia se encuentra por intuición y no por deducción o inducción. Es decir, la mancuerna de lo fenomenológico y la arteterapia se da a partir de la expresión artística dónde se vuelve un fenómeno susceptible de ser observado de manera imparcial, que tiene como resultado observar lo que le pasa en el interior se sí mismo y de su entorno.
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Hasta el próximo leencuentro.
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