
Aunque es un término poco común en muchos sectores de la población, las bienaventuranzas hacen referencia a la dicha y la felicidad y este libro las une magistralmente con conceptos propios de la psicología.
Este libro, escrito por el Dr. Balderas, utiliza nueve capítulos para hablar de estás que van desde los pobres de espíritu -la cual es identificada con la humildad y por ello, puede hacerse una conexión teórica con la sana autoestima ya que es capaz de ser consciente de sus propios límites y capaz también de evaluarse de forma sana-, la misericordia -cuyo uso común es la compasión y el perdón y cuyo lado humano es entrelazado por el autor con la habilidad de la empatía-, hasta el sufrimiento y la justicia.
El autor, trata que sus lectores reflexionen (al menos desde mi perspectiva) en tres puntos muy importantes: El concepto y el contenido no significa vivencia; yo puedo comprender qué significa la misericordia, pero no haber nunca generado la experiencia de está en mí y por tanto no puede generarme un bienestar real. En segundo término, la necesidad de dividir el lado humano y el lado espiritual -la razón enfrentada a la espiritualidad-, no nos permite pensarnos como seres integrados, por lo tanto, la experiencia de ser felices en esta vida suele verse muy lejana y fomenta, quizá, que la esperemos en el cielo. Por último, que, si se quiere avanzar en un desarrollo espiritual es imprescindible también el avanzar en el desarrollo humano, no puede haber una sin la otra.
Una vez terminado el recorrido, precisa la caracterología de las personas que tienden a ser dichosas, al poner en practica distintos valores como el respeto y virtudes como la prudencia. Octavio Balderas señala que estas personas se distinguen por ser tolerantes a la crítica, concentran su atención en el lado positivo de las circunstancias, saben que la antipatía no está ni puede estar arriba de la aceptación hacia las personas que no piensan igual a mí, también son menos egocéntricos, mantienen el sentido del humor, conservan el equilibrio en sus decisiones y en aquello que les hace bien además de que toman responsabilidad de sus errores y sus emociones. Todo ello en un ejercicio paralelo al que desarrolla Maslow en las características que poseen las personas autorrealizadas.
El lado humano de las bienaventuranzas forma parte de nuestras recomendaciones que inspiran por ser un ejercicio integrativo, que invita a pensarnos como seres espirituales en crecimiento (independientemente de que las variables sean del contexto Evangélico) con la gran responsabilidad de constituirnos como seres completos y con la responsabilidad de constituirse un ser más humano, capaz de amar a los otros y así mismo por el simple hecho de existir.
Disponible directamente con el autor.
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