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El enojo es una emoción natural muy diferente a la ira. Mientras que el enojo nos ayuda a protegernos y a marcar limites a nuestro entorno social, la ira desata una reacción química en la persona que la experimenta, dicha respuesta puede llegar a ser aditiva, ya que le otorga a la persona violenta la sensación de poder además de ayudarle a liberar aquellos sentimientos reprimidos.

El problema es que estos estallidos suelen estar fuera del control de quien lo experimenta -muy similar a cuando Bruce Banner se convierte en Hulk-, el cambio de la química cerebral hace que el individuo se desconecte de todo lazo afectivo y pueda herir a sus seres queridos.

Sin embargo, la ira no es el único componente que distingue a una persona violenta de la que no lo es. A partir de estudios neurocientíficos como el desarrollado por María José Rodríguez Biezma y Sara Fernández Guinea, investigadoras de la Universidad Complutense de Madrid, se descubre la disminución del sistema serotoninérgico que se encuentra asociado al desarrollo de conductas violentas. Apoyadas en estudios de neuroimagen demuestran que sujetos agresores presentan actividades bajas en la corteza orbitofrontal y frontomedial, además, la disminución de materia gris en áreas frontales.

Si a estas condiciones orgánicas le sumamos un gran complejo de inferioridad, miedo al rechazo y un historial de experiencias traumáticas a temprana edad que harán que el niño para defenderse se vuelva insensible a las agresiones y dicha insensibilidad se arraigue en él, tendremos como resultado una persona violenta, eso sin considerar otras variables como el abuso de sustancias o el consumo de alcohol.

Tipología de agresores

La Clasificación realizada por John M. Gottman y publicada en 1995 por la Asociación Americana de Psicología, propone la existencia de dos tipos de maltratadores en función de su respuesta cardiaca diferencial ante una discusión de pareja.

Dicha clasificación se realizó en a partir de datos recolectados en el Instituto Gottman arrojando los siguientes resultados de laboratorio:

  • Maltratadores de tipo 1«cobra».

Son aquellos hombres violentos que ante una discusión de pareja muestran un decremento en su frecuencia cardiaca, manifiestan mucha agresividad y desprecio hacia la víctima. Asimismo, se comportan violentamente con otras personas sin importar el vínculo (amigos, desconocidos, compañeros de trabajo).

También, suelen mostrar características antisociales así como una mayor probabilidad de drogodependencia.

La conducta agresiva es planificada, expresa un grado profundo de insatisfacción y no genera sentimientos de culpa

  • Maltratadores de tipo 2 «pitbull».

Son aquellos hombres violentos que presentan un aumento en su frecuencia cardiaca ante una discusión de pareja.

Desde una perspectiva psicopatológica tienden a mostrar trastornos de personalidad por evitación y borderline, características pasivo-agresivas, ira crónica y un estilo de apego inseguro lo que origina una violencia impulsiva, caracterizada por una conducta modulada por la ira y que refleja dificultades en el control de los impulsos o en la expresión de los afectos.

¿Cómo lidiar con una persona violenta?

A pesar de que los estallidos parecer ser intempestivos, hay señales propias del cambio de la química cerebral que se pueden notar.

En un primer momento, la persona puede verse de mal humorada, nerviosa y con cierta agitación.

Para algunos teóricos del tema como el Dr. Ernesto Lammoglia, siempre hay un patrón por eso algunos niños se preparan a el ataque antes de que suceda; cuando uno aprende a reconocer dicho patrón puede proceder para ponerse a salvo.

En una segunda fase, la persona se activa y estalla, aquí es común la violencia verbal y en una escala mayor el maltrato físico.

Horas después llega la tercera etapa, cuando el agresor se convierte en el ser encantador que hace que la persona que es víctima del ataque piense que dicha persona puede cambiar. De hecho, por ello es común que la persona que recibe el maltrato no quiere que la relación termine, solo desea que la violencia cese.

Las tres fases constituyen entonces un ciclo vicioso entre el victimario y su víctima.

¿Qué puedo hacer?

  1. Aceptar que estas viviendo maltrato.

El silencio de la víctima es el principal aliado de tu agresor. Cuéntaselo a alguien que te de confianza y que sea discreto con el tema. Si es un terapeuta o alguna institución como la Secretaría de las Mujeres de la CDMx (podrás encontrar el link al final) encontrarás una ayuda más dirigida.

  1. Trabaja en tu autoestima

Para liberarse de cualquier dependencia emocional es necesario elevar tu autoestima. Con ello también aprenderás a delimitar que cosas y situaciones son tu responsabilidad y cuáles no. Además, eso evitará que termines con otra persona igual de violenta.

Por las razones explicadas arriba no es posible cambiar a un sujeto violento, es importante que dicha persona busque ayuda y que la víctima también pueda hacerlo para romper con ese ciclo vicioso de abuso y reconciliación.

Por último, la violencia doméstica suele transmitirse de generación en generación hasta que algún miembro del sistema familiar decide romper el ciclo y no descargar su ira contenida en las personas que le quieren. Sorprendentemente, a pesar del factor genético, muchas investigaciones han comprobado que el afecto y el cuidado materno y de otras figuras importantes durante la infancia reducen el riesgo a que se conviertan en adultos violentos.

Hasta el próximo leencuentro.

https://www.semujeres.cdmx.gob.mx/servicios/servicio/atencion-inicial

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