Barreras que echan a perder tu comunicación

Cuando estamos estresados, cuando somos personas más egocentradas, es normal que caigamos en acciones que entorpecen nuestras relaciones interpersonales colocando barreras que dificultan la comunicación; estas, además, suelen ser respuestas defensivas ante quejas y problemas que necesitan abordarse.

Las barreras de comunicación son conductas adquiridas desde muy tempana edad por la interacción de distintos entornos y que se establecen por parecer la mejor respuesta que se puede ofrecer.  

Dichas barreras obstaculizan la toma de conciencia de los sentimientos, pensamientos y comportamientos al distraer a la persona de su experiencia y generan un efecto de defensa en nuestro interlocutor, creando así una atmósfera de inquietud, de inseguridad emocional; son consideradas como formas inadecuadas de reaccionar en una relación que pretende facilitar el crecimiento de la persona sin importar la vinculación de la que se trate.

El psicólogo Carl Rogers y su colega, Thomas Gordon se dieron a la tarea de estudiar las habilidades de comunicación. Particularmente éste último, dedico toda su vida en generar procesos psicoeducativos para la resolución de conflictos -entre padres e hijos, directivos o educadores-, y potencializar sus habilidades de comunicación.

El Dr. Gordon, parte de dos supuestos para desarrollar su teoría sobre las barreras de la comunicación. Primero, establece que el ser humano envía mensajes en tres niveles: a nivel verbal -donde se registra el 7%-, a nivel para-verbal – donde se decodifica el 38% y comprende el cómo digo lo que digo, en qué tono, la velocidad, el timbre y volumen-, y a nivel corporal – que representa el 55% del mensaje y que abarca el nivel corporal, gestos, posturas, accesorios-, estos niveles establecen diferentes patrones de relación. La segunda, es que, si solo se procesa el 7% del mensaje en el hemisferio izquierdo, el resto del mensaje esta “oculto” y es necesario decodificarlo para entenderlo.  

La comunicación, es un proceso complejo que requiere de habilidades como la atención y la escucha activa, pero al caer en las también llamadas Respuestas Automáticas Bloqueadoras, la comunicación no se puede efectuar aun cuando se posea dichas aptitudes.

La docena de barreras

La propuesta de T. Gordon ha derivado en más estudios y más aplicaciones al respecto. Distintos autores han llamado estas barreras de comunicación como la docena trágica, esto porque existen doce tipos de mensajes que obstaculizan las comunicaciones en diferentes formas; reducen, inhiben o detienen por completo el proceso bidireccional de la comunicación.

Detallemos cuáles son estas barreras:

  • Criticar

Equivocadamente y como consecuencia a una falsa creencia, se suele pensar que, si criticamos las acciones o los fallos de otras personas, estás la tomaran como un aliciente y mejoraran. Es bajo este criterio que los padres critican las acciones de sus hijos; bajo este fundamento los jefes de ciertas áreas lo aplican con la idea errónea de que esto ayudará para aumentar la productividad.

Se olvida (o se tiene fuera del radar) que las criticas más bien anulan las intenciones de mejora, propician miedo a fallar y promueve acciones contrarias como no querer moverse para que las cosas no salgan mal.

  • Etiquetar

En momentos de enojo, esta barrera es muy común, nos llevan a muchos y muchas a lugares comunes como: “Eres un inútil” “no sirves para nada” “que niña eres”

Tristemente, se recurre a esta barrera con el propósito de hacer sentir mal a la otra persona por medio de ofensas y humillaciones.

No sorprende, por tanto, que esta barrera tenga por resultado una falta de comunicación y un cierre de la persona interlocutora física, mental y emocionalmente.

  • Diagnosticar

“Lo que pasa es que tienes problema con la autoridad” “tus papás no te quisieron de chiquito” son frases de sentencia que parecen dar la razón de ciertas acciones que probablemente no se comprendan. Estas frases, a veces en tono burlón, no son más que muestras de superioridad, faltas de empatía que etiquetan y encasillan a la persona y que lo que logran es molestar a la persona que tenemos enfrente. 

  • Halagar evaluando

Se trata de la estrategia de manipulación por excelencia.

Cuando se halaga el trabajo de alguien, más allá de lo que sería normal, se siente y se siente falso. Para generar esta barrera es común que se recurra a deformar la realidad por medio de la exageración. Por supuesto, esta barrera activa la desconfianza de cualquier persona.

De Marcelo Dias en Pexels
  • Dar órdenes

Decirle a la otra persona lo que debe de hacer siempre va a generar algún tipo de resistencia. “Haz tu tarea ahorita” se responde con un “ahorita voy” sin ningún otro movimiento; Esta forma de comunicación, implica que su propio juicio no importa y esto degrada su autoestima. Es mucho mejor mostrar la realidad de la forma que estamos viéndola para que nuestro interlocutor tome la decisión en lugar de anular su juicio.

  • Amenazar

Tiene la misma consecuencia que dar órdenes, sólo que esta barrera puede también generar miedo e indefensión.

  • Moralizar

La barrera perfecta para generar culpa, ansiedad y resentimiento.

Esta barrera se escucha en forma de los muchos deberías que se supone, tendrían que regirnos.

Cuando nos dicen “Deberías de pensar sobre lo que hiciste” “Deberías ser más empático con tu hermano” los mensajes se decodifican con un halo de autoridad que invitan a no decir la verdad, ni hablar con confianza en un futuro cercano.

  • Preguntar de forma inapropiada

A todos nos ha pasado que de pronto nos sentimos en un interrogatorio.

Es una barrera muy común entre padres a hijos en la época de la pubertad y la adolescencia. “¿Qué hiciste? ¿Con quién fuiste? ¿Dónde estabas? ¿Qué comiste? ¿a qué hora llegaste?” son solo unos ejemplos. Y las respuestas por lo general son de defensa y con suerte de una sola palabra. “Nada” “con amigos” “por ahí” …

  • Aconsejar

Cuántas veces, cuando por fin nos llenamos de valor para hablar de algo incómodo con alguien está nos alecciona con un “Yo en tu lugar…” “Yo ya hubiera hecho…” Dar consejo para muchas personas es una tentación imposible de vencer y muy dañino para la persona que ha confiado en su buen juicio.

Cuando caemos en la tentación lo que estamos dando a entender, en realidad, es que tenemos poca o nula confianza en la capacidad de la persona para resolver sus problemas, es por ello que un psicólogo ético, no da consejos.

  • Desviar la conversación

Desviar la atención o el tema se da como respuesta a la molestia que me pueden presentar algunos temas, pero el que opte por esta salida en lugar de ser asertivo y expresar mi incomodidad en el momento, tiene como resultado una sensación de falta de importancia, no solo a lo que se dice también a la persona que lo dice; se interpreta como una minimización que por supuesto encierra a la persona y se mantiene sin ganas de seguir interactuando.

  • Ofrecer soluciones lógicas

La táctica perfecta para que la persona explote con nosotros.

Se pueden escuchar en forma de “te quisiste comprar un carro y es lógico que ahora no puedas completar la renta” “sufres porque quieres, era obvio que no iba a cambiar” Ofrecer esa información que al parecer “esta frente a nuestra nariz” puede enfurecer a cualquiera.

Además, seguro es algo que por supuesto nuestro (a) interlocutor (a) ya sabe, pero en este momento se encuentra en el estrés y el agobio y lo menos que necesita es escuchar una lección que recrimine más sus decisiones.

  • Tranquilizar

“No te preocupes, es cuestión de tiempo” “Todo pasa y esto también” son frases que en un momento parecen cálidas y apapachadoras; pocas personas se hubieran imaginado que esto puede ser una barrera que echa a perder tu comunicación, pero quizá el momento no sea el apropiado.

Consolar es una de las cosas más bondadosas que hay, pero si las frases con las que mostramos consuelo son para salir del paso, se toman como si se tratara de Poncio Pilatos, lavándose las manos, sin involucramiento, con la menos afectación posible. 

Conocer qué barreras de comunicación coloco, para qué las coloco y qué me pasa a mi cuando las pongo, es esencial para poder cambiar no solo la calidad de mi comunicación, también la calidad de mis relaciones interpersonales.

Hasta el próximo leencuentro.

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