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Los sesgos de la percepción

Gracias a los experimentos de la Gestalt comenzamos a entrever que el hombre, como especie, no percibe las cosas como entidades aisladas -sin relación alguna entre ellas-, más bien, las organiza dentro de su propio proceso perceptivo y cuyo proceso de formación se debe a las propias necesidades y su constante cambio, lo que se conoce como figura-fondo. Sobre este punto, el autor, Francisco Tortosa[1], refiere que “los estímulos no determinan la percepción, sino que es más bien la percepción la que configura los estímulos dotándolos de una estructura y una significación”. A partir de esta separación del campo perceptivo se estructurará también cuestiones relacionadas con el pensamiento, la resolución de problemas y relaciones estructurales.

Este último punto cobra especial relevancia cuando retomamos el curso de la historia y los periodos de la Gestalt en Frankfurt dónde se llega a la conclusión que la percepción no se organiza como una cadena de eventos individuales, sino como proceso organizacional con una dinámica específica gracias a los aportes de Max Wertheimer quien pudo probar el “fenómeno phi” y cómo los estímulos de luz presentados por separado se unen en la percepción para formar una estructura general, cuyo carácter psicológico está desligado de la base física del estímulo y que produce cualidades completamente independientes y separadas en el espacio-tiempo.

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El buen amor en la pareja

Joan Garriga, Psicólogo y terapeuta Gestalt, empieza su redacción con la reflexión sobre aquellas situaciones que más intensamente vibran en el ser humano: el amor, el desamor, el apego y la pérdida. Y que, aunque todo el mundo sabe, al menos de forma consciente, nadie en este mundo puede hacerte infeliz -pues siempre esta en tus manos decidir cómo vas a vivir las cosas y el sentido que le darás-, y que por tanto tampoco puede existir alguien que te haga feliz -ya que la pareja en sí misma no lo puede lograr-, pero con muchísima frecuencia este saber se pierde en la marea de nuestras necesidades afectivas.

Tal y como lo comenta su autor, este libro no habla de lo que hay o no hay que hacer, no habla de ideales dentro de la pareja sino de los diferentes ritmos que una pareja puede tener. Provee de los elementos necesarios para poder discernir entre los factores que hacen que una relación se estropee y aquellos que mantienen y facilitan la relación de pareja, las llamadas condiciones de bienestar.

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