Teniendo en cuenta que la psicología occidental había partido de darle importancia a la personalidad y la comprensión de la psique, nadie se percató que la forma en que se quería comprender no era imparcial. El acercamiento, según Harner (1980) estaba ya formado en dos sentidos, de forma etnocéntrica -al haber sido promovido por el materialismo que ven las experiencias místicas y espirituales fuera de los criterios científicos-, y cognocéntrica -que tipifican y patologizan los estados alternos de conciencia por la mala interpretación de estos-, hasta Maslow quien noto que se había dejado de lado un aspecto importante: la espiritualidad humana y los productos que de esta dimensión emanan.
Después de muchos años de estudio, de investigaciones y de la evidencia derivada de distintas observaciones, los estudios de Stanislav Grof dieron veracidad a las experiencias y a los estados no ordinarios de conciencia que disciplinas como el budismo Vipassana o el budismo Zen ya habían establecido. S. Grof (2009) llega a la conclusión de que el pensamiento dominante en psicología y psiquiatría debía sufrir una profunda revisión y modificación comparable solo a la sucedida en las primeras décadas del siglo XX con la transición de la física newtoniana a la teoría de la relatividad hasta la física cuántica (Grof, 1999).
Los sistemas de experiencias condensadas
Es así como la psicología transpersonal ha necesitado de una expansión de la conciencia más allá de las fronteras habituales del ego y de las limitaciones del tiempo y del espacio (Grof, 1975) y como referiría más tarde, las experiencias holográficas no podían ser explicados ni por el inconsciente individual de Freud -intrínseco únicamente a la vida postnatal-, ni por el paradigma newtoniano-cartesiano, razón por la cual piensa en una cartografía que le permita abarcar dominios adicionales:
“[…] al primero de estos dominios lo he llamado perinatal, que denota su naturaleza relacionada con el nacimiento biológico, mientras que al segundo le he llamado transpersonal, reflejando que se encuentra más allá de la identidad personal como queda definida habitualmente” (2006,158).
Esta cartografía se completa con otro postulado. Al igual que Jung, Grof observó que la memoria asociativa se organiza en colecciones de recuerdos e imágenes mentales agrupados por sentimientos similares, de modo que involucrarse en un afecto particular activa un conjunto de recuerdos vinculados por la presencia de este afecto común (Grof, 1975). Llama a estos conjuntos “sistemas de experiencias condensadas” o sistemas COEX. Él postula que en el centro de cada sistema COEX hay un tono afectivo particular asociado con poderosos recuerdos reprimidos de la infancia y la primera infancia. A medida que el individuo crece, cada sistema COEX desarrolla su propio conjunto de defensas y funcionamiento semiautónomo, dicho concepto tiene influencia del concepto jungiano conocido como Complejo. Los recuerdos que se conectan con un particular sistema COEX no están vinculados por un orden lógico o cronológico, sino por su asociación con un afecto común (Grof, 2006).
Para Grof “cada constelación COEX se encuentra sobrepuesta y anclada en un aspecto particular del trauma del nacimiento; en otras palabras, una constelación COEX se encuentra psicodinámicamente relacionada con las experiencias que el feto tiene en uno de los distintos estadios del nacimiento” (2006,162). Esta condición hace que acuñe las matrices perinatales básicas, que alude por supuesto al dominio perinatal.
Matrices perinatales
Cada matriz posee características específicas, S. Grof postula que la primera matriz se define por la existencia intrauterina imperturbable, ‘el Buen Útero’ como el autor mismo lo define. Es fácil imaginarlo si visualizamos todas las emociones positivas y las experiencias corporales que un feto podría experimentar en el útero de su madre. Ahí dentro todo es cómodo, es tibio, se atienden y satisfacen nuestros deseos y flotamos sin necesidad de soportar nuestro peso. Es un lugar acogedor sin preocupaciones.
Más adelante en la vida, los recuerdos de esta matriz perinatal básica (MPB, en adelante) pueden asociarse con experiencias reales, recuerdos y fantasías, como momentos felices de la infancia, vacaciones, sentirse amado y cuidado por los propios padres u otras personas. El sentimiento es de descanso pacífico, de satisfacción. Después de nuestro nacimiento, las experiencias similares de la vida real y de ese primer lugar confortable, el útero, se “archivan” en la “carpeta” MPB-I.

La MPB-II referido como el Infierno sin salida, es decir, el periodo de las contracciones. Grof puntualiza al respecto que el sentimiento emocional predominante del feto es estar atrapado sin esperanza de contraatacar o sin forma de escapar.
Nuestras situaciones posteriores de la vida real que ponen en peligro la supervivencia y la integridad corporal, al igual que en la matriz anterior, se guardan en el “expediente” MPB-II, dichas experiencias pueden ser como quedarse atrapado en un elevador, en un carro cuando hay inundación, no poder salir de un mal trabajo, o tener que quedarse en casa de los padres porque no tienen suficiente solvencia.
La MPB-III es mucho más arquetípica, se puede observar el arquetipo del juicio final y del viaje de héroe. La desesperanza de la previa se va disolviendo para dar paso a la lucha por la supervivencia, “[…] la creencia y la esperanza de que esa lucha tiene un final” (1999,96). Da comienzo cuando el canal de parto está abierto y el bebé comienza a moverse a través de él. Desde la perspectiva de Grof:
“la tercera matriz perinatal representa un enorme conjunto de emociones y sensaciones problemáticas que luego pueden combinarse con determinados acontecimientos de la niñez y la infancia y terminar contribuyendo al desarrollo de trastornos, entre ellos ciertas depresiones, condiciones que implican la agresividad, manifestaciones histéricas, neurosis obsesivas compulsivas y fobias” (1999,108).
Para Grof, esta matriz no solo esta caracterizada por el fin de la agonía sino, por el anuncio mismo de la trascendencia (1985/1988).
Por último, la MPB-IV que es la etapa final donde tiene lugar la expulsión del bebé y el corte del cordón. Al respecto, Grof refiere que “[…] cuando la presión en la cabeza se le hizo insoportable murió y se vio súbitamente arrojado al mundo” (1999,111). Está asociada a una confrontación de seres celestiales y demonios que se asocian con el sufrimiento de toda la humanidad. June Singer refiere sobre esta MBP que:
“es necesario experimentar la aniquilación total de todo lo que ha sucedido en la matriz, experimentarlo a todos los niveles: físico, emocional, intelectual y trascendental, antes de que la visión pueda librarse de los escombros que rodeaban al potencial del ego e inhibían su libertad y crecimiento” (2004,1).
Los resultados de sus investigaciones dan pie a la construcción de su modelo, el modelo holográfico -que construyo a partir de las aportaciones teóricas de David Bohm sobre que la energía, la luz y la materia están compuestas por pautas de interferencia que portan información sobre otras ondas de luz de las que hayan o no entrado en contacto, lo que constituiría una totalidad -, otorga la posibilidad de pensar a los seres humanos como campos integrales de holomovimiento. En palabras de Grof “somos un microcosmos que contiene y refleja al macrocosmos” (Grof, 1999; 25). Jung ya había postulado algo similar refiriendo que todo cuanto nos rodea, el universo, forma parte también de la psique humana, pues de otra forma no se le habría llamado Uni-verso. La psique humana y el ser están conectados en un continuum junto con todas las manifestaciones de la naturaleza, pero hasta donde tengo conocimiento, no hizo una teorización que diera visibilidad sobre este Todo.
Este modelo es un procedimiento experiencial que desarrolló utilizando sesiones de respiración alterada, música y trabajo energético, esto, gracias a las investigaciones sobre experiencias extraordinarias reportadas usando LSD. El autor señala que, en estados holotrópicos, es posible trascender la estrecha barrera de nuestro ego y encontrarnos con un rico espectro de experiencias transpersonales que nos ayudan a recuperar nuestra completa identidad, propio del dominio transpersonal. De hecho, va un paso más allá de otros teóricos al referir que: “El nacimiento y la muerte son sucesos de fundamental importancia, que ocupan una metaposición con relación a todas las demás experiencias de la vida. Son la alfa y la omega de la existencia humana; todo sistema psicológico que no las incorpore en el mismo, con toda probabilidad no dejará de ser superficial, incompleto y de trascendencia limitada” (1985/1988, 98).
Hacia la construcción de la Psicología Transpersonal
Es por eso que, para 1987, Grof ofrecía la evolución de sus ideas al decir que la conciencia poseía un papel diferente al que se le había asignado, y tampoco era el producto del cerebro humano; se trataba más bien de una propiedad del universo, el cerebro desde sus hallazgos funciona más como un sintonizador a lo largo de un amplio espectro o campo infinito. Por tanto, no hay otra manera de resolver crisis existenciales profundas en la vida de uno que accediendo a ciertos estados de conciencia no ordinarios que son intrínsecamente y poderosamente sanadores. La terapia, para Grof, implica establecer contacto y revivir por completo los recuerdos centrales y el efecto incrustado dentro de cada COEX (Badiner, A. 1987 Citado en Yensen, 1996 p. 14). Y, la Respiración Holotrópica, por su parte, podía revivir emocionalmente eventos y traumas pasados generando vivencias de muerte y renacimiento y una amplia variedad de experiencias psíquicas y místicas. Además, asegura que la percepción del mundo en estados holotrópicos es más precisa que nuestra percepción cotidiana del mismo (Grof, 2008). Dichas experiencias místicas están teorizadas desde la concepción jungiana sobre los arquetipos entendidos como patrones universales de experiencia, que predisponen a pensar y sentir hacia ciertos objetos o eventos de maneras particulares, estos existen en el inconsciente colectivo – un nivel universal de la mente, una especie de almacén psicológico de recuerdos compartidos-, siendo cuatro de ellos los más importantes la sombra, el anima-animus, mana y ser.
Para finalizar, con Stanislav Grof, la cuarta fuerza tomo dimensionalidad al utilizar postulados de la física cuántica por el paralelo que observaba entre la visión del mundo que ellos constaban y las filosofías espirituales orientales, sin embargo, el trabajo de consolidación apenas había iniciado. La aportación de Grof estriba en situar la experiencia espiritual transpersonal reflejada incluso en la vida uterina y la división del dominio transpersonal: la conciencia temporal ordinaria, la extensión de la conciencia ordinaria, más allá del tiempo-espacio y las experiencias psicóides. Puntualizando desde mi perspectiva, el anhelo más grande de la humanidad, la trascendencia.
Hasta el próximo leencuentro.
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