Para nadie que haya tenido alguna vez una mascota le resultara cuestionable el hecho de que se vuelven parte de la familia y que su vínculo se va haciendo más poderoso a medida en que ambas partes se van desarrollando, pero que a pesar de que pueda convivir con toda la familia, hay una persona en especial con quien la conexión es mucho más fuerte y quien al momento de la pérdida siente sus vínculos afectivos y emocionales súbitamente interrumpidos. Es quien vive el proceso de duelo de forma más dolorosa.
Dentro de las respuestas emocionales que se generan después de la muerte de la mascota es común la incertidumbre, la culpa, el sentimiento de haber fracasado, una sensación de vacío, tristeza, enojo y soledad. También pueden darse los casos en que existan mayor dificultad para manejar las emociones, conductas de aislamiento y dificultad para conciliar el sueño. Por supuesto, ello depende de las circunstancias del fallecimiento de nuestro amigo incondicional.
La vivencia del duelo
Cómo todo duelo, la experiencia es personal e intransferible, ningún otro miembro de la familia lo vivirá igual ni necesitará el mismo tiempo. La vivencia se ira desarrollando por distintas etapas y transitando distintas tareas hasta que sintamos más nostalgia por la oportunidad pérdida y por el anhelo no cumplido que dolor.
Por supuesto, hay acciones que complican el proceso de duelo, pongamos el caso de la creencia de que entre más rápido transite por esto, mejor. Las personas van limpiando la casa y desapareciendo el juguete favorito, la camita, y todo aquello que pueda causar dolor al mirar. Se actúa desde la premisa de que entre menos pensemos en ello más rápido se encontrará consuelo; la realidad es contraria a ese pensamiento. Esos objetos entrañables para ese miembro de la familia con cuatro patas son el medio para canalizar el dolor que deja una pérdida ya que funcionan como marcadores explícitos de los hechos, el cerebro los usa como punto de referencia para irse ajustando a la nueva realidad que tenemos ante nuestros ojos. Además, se vuelven objetos que se atesoran y que siguen funcionando como testigos de esa existencia que marcó nuestras vidas.
En el apartado que sigue comparto contigo una técnica para ir comprendiendo este duelo y sanarlo a tu tiempo y a tu ritmo.
Mediar el dolor de la pérdida mediante la creatividad

En relación a la problemática expuesta, necesitamos pensar en aquellas características que fortalecían el vínculo con nuestro perro o gato, por ejemplo, qué responderías a la pregunta, ¿qué lo hacía especial? Algunas personas podrán responder que siempre estaba a su lado, que sabía cuando estaba triste o enojada, que era muy cariñoso… ese es, por lo general, el grueso de las respuestas que me he encontrado y es por ello que sugiero que se lleve un diario. La idea no es nueva, hay muchos libros con esa línea como los elaborados por Keri Smith o Amalia Andrade, pero en una vivencia tan personal creo que el ir verificando nuestro propio ritmo y nuestro propio sentir es vital para sanar, en ese sentido el diario que emprendas seguirá tus reglas y tus necesidades.
En este diario podemos ir contando nuestras experiencias, plasmar y reflexionar esas emociones que quizá no tengo claro como aterrizar, pero sobre todo establecer una conexión que no haga daño desde la realidad de la pérdida, pero sin negar que la necesidad de compartir sigue ahí. Como buen diario no hay tiempo mínimo, ni máximo, tampoco hay reglas sobre la forma en que se va a externar, tu decides si serán garabatos, collages, técnicas mixtas o solo texto.
Este diario puede contener espacios temáticos, me refiero a trabajar con consignas claras. Para ilustrar este punto puedes utilizar una hoja para honrar el momento en que llegó a tu vida, otra hoja para recordar lo que sentiste en un momento especial, otra hoja para poderle decir aquello que te faltó por decir, otra hoja para hacerle saber todo lo que te enseño durante el tiempo que coincidieron, si le hicieras una carta ¿Qué le dirías? Estas son solo algunas opciones para darte una pauta sobre la forma en que puedes ir expresándote.
Ahora bien, toda pérdida implica un contacto con nuestra propia emocionalidad, por ello es importante ser conscientes de las emociones que vamos experimentando, si se niega el sentimiento y la emoción se tendría que negar entonces el amor y el lugar que tiene ese ser peludo en nuestros corazones; esa alternativa es altamente dolorosa e inútil pues no puede no vivirse. Considera darle espacio en este diario a esas emociones, puedes ilustrar como se sintieron en la semana o ilustrar una por uno como las vas viviendo, lo importante es que las reconozcas y las pongas en un espacio que las puede contener.
El trabajo con el diario es que él sea tu guía y tu acompañante, una especie de objeto de transicional -desarrollado teóricamente por D. Winnicott-, que va dando lugar a la pérdida y a su elaboración. No importa si este trabajo te compaña seis meses o unos años, ten en cuenta que las implicaciones emocionales que genera tu pérdida tiene el mismo impacto que la muerte de una persona cercana -aun cuando muchos no la consideren así-, pero es muy importante que vivas este proceso de duelo que se puede ver dificultado por factores socioculturales y la falta de herramientas que guíen amorosamente a quien tiene que vivir la pérdida de este ser, compañero de muchas andanzas.
Deseo que este trabajo resuene contigo y te ayude a aceptar.
Hasta el próximo leencuentro.
Te recomendamos también: https://mentalizarte.mx/2018/06/04/puede-la-escritura-ayudarme-a-sanar/ y https://www.bicaalu.com/duelo-patologico-la-enfermedad-del-duelo/
0 Comentarios