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C. Jung es uno de los más cercanos y afines a las concepciones y prácticas de la psicosíntesis, de hecho, es probable que la lectura de Assagioli les parezca a muchas personas esclarecedora y complementaria de algunos de los conceptos desarrollados por Jung.

Muestra de ello es, por ejemplo, las cuatro funciones psíquicas jungianas -sensación, sentimiento, pensamiento e intuición-, donde Assagioli enfatiza la importancia y el valor de la intuición y en la necesidad de desarrollarla, incluso en la figura del terapeuta.

Para la realización de este artículo he considerado pertinente el iniciar, en el caso de Carl Jung desde la búsqueda de su si mismo y los primeros pasos en aquellos criterios característicos de su obra y la manera en que dichos conceptos evolucionaron.

En el caso de Assagioli he creído necesario abordar los criterios similares y diferenciales entre ambos, pero dejando claro los aportes que hace a la psicología transpersonal como la voluntad, la imaginación, el despertar espiritual y el superconsciente.

La psicología analítica de Carl Jung

La psicología analítica, de la cual Carl G. Jung fue el fundador, puede ser vista como una metapsicología de la individuación, el camino por el cual cada ser humano, a través de un viaje interior de compromiso consciente con el inconsciente colectivo, se convierte en quien él o ella está destinado a ser. Así lo atestigua su propio viaje interno asentado en el Libro Rojo (2012) donde en el encuentro con su alma -a través de lo que llamo confrontación con lo inconsciente, realizado entre 1913 a 1930-, da lugar a su método; la imaginación activa.

El libro primero, Liber primus, da registro de las experiencias vividas únicamente del 12 de noviembre al 25 de diciembre de 1913, donde refiere que el lenguaje de los símbolos es el lenguaje que se necesita para entender lo que en ese momento llamaba el espíritu de la profundidad. A partir del capitulo titulado Encuentros del Alma, Jung teoriza que el alma es independiente a nuestra propia conciencia y que podemos acercarnos a ella a partir de imaginar. Puedo decir que el Libro Rojo es el producto de la crisis existencial que Jung experimentaba al estar distanciado de su alma. Este tema y esta búsqueda ya lo colocaría como un importante precursor de la Psicología Transpersonal.

Por supuesto, la teoría jungiana siguió evolucionando, el concepto al que refería como espíritu de la profundidad se convirtió en el inconsciente colectivo y este encuentro con el alma se transformó en el proceso de individuación al que refiere como el proceso por el cual, una persona se vuelve psicológicamente individual, es decir, una unidad o un todo separado e indivisible. Para Vaughan (2013) esto implica que el descubrimiento del yo, nombrado por el consciente y el extenso inconsciente colectivo, se entrelacen por medio de un diálogo con el inconsciente y la esfera limitada del ego consciente. Almendro (1994) por su parte refiere el proceso de individuación como:

 “[…] llegar a ser un ente singular, llegar a ser sí-mismo, liberándolo por una parte de las falsas envolturas de la persona y, por otra, de la fuerza sugestiva que ejercen las imágenes del inconsciente, lo que a su vez viene a ser un cumplimiento mejor y más pleno de lo que constituyen las determinaciones colectivas del individuo. Esta paradoja implica ya una actitud ante el mundo” (1994,138).

Desde mi perspectiva, este punto, daría antesala a lo que la psicología transpersonal llama estados ampliados de conciencia.

Jung fue también un estudioso de las mitologías universales, las cuales le comenzaron a generar interés en 1915, lo que lo llevó a teorizar que los sueños y las fantasías del hombre moderno emergían de imágenes arcaicas y mitológicas sin haber tenido contacto con dichas informaciones de forma previa. De esas formas simbólicas se generan los relatos místicos, los cuentos y las fábulas donde se ve al héroe peleando con dragones, con serpientes y todo aquello que deje plasmado el mal. Estas expresiones de lo desconocido hacen referencia indirecta a lo transpersonal -siendo estos una manifestación del inconsciente colectivo, entendido como las capas profundas que se comunican con nuestro ego-consciencia mediante imágenes, escritos y sentimientos que consisten en elementos y características de la especie humana; la psique objetiva, que tiene como propósito custodiar con intensidad los ocasionales partidismos de nuestros egos y dirigir las cosas hacia la completud y la totalidad de la psique-, tal como lo refiere Vaughan (2013, 143) “Jung pensó en su enfoque de la psicología, como el inconsciente colectivo y arquetipos, de una manera compatible con la psicología transpersonal moderna”.

La elaboración onírica es otra gran aportación. Gustav Jung ve en los sueños una compensación de las actitudes conscientes ya que al momento que suceden, las defensas de la conciencia están bajas y solo de esta forma puede emerger el contenido simbólico que espera ser descifrado; Singer (2006) define que los diferentes elementos del sueño son representaciones simbólicas del soñador en donde puede ser el mismo el escenario, el intérprete, el crítico, el apuntador y otros roles que aparezcan, siendo el sueño un estado liminal entre el consciente y el inconsciente. El sueño entonces, trasciende la dicotomía generando el simbolismo y la imaginación como la acción.

 Dado que todas las experiencias vividas van formando nuevos criterios, con Carl Jung no fue la excepción, la ruptura dogmática y epistemológica con S. Freud lo llevo a dirigir su atención y a transformarse. Esta introspección, como ya dije, esta abordada en el Libro Rojo y en los apuntes realizados en el Libro Negro. Este viaje fue realizado con ayuda de la pintura, del dibujo, y de la escritura, elementos que la Psicoterapia de Arte Analítica y la Psicología Transpersonal ha retomado para generar estados no ordinarios de consciencia.

Almendro (1994) y Vaughan (2013) hacen referencia a la palabra Über-persönlichkeit refiriendo que puede ser el primero en incluir la palabra Transpersonal en sus obras o al menos en las traducciones. No menos importante es el comentario escrito en el Secreto de la Flor Dorada (2009) donde les abre paso a teóricos como Ken Wilber al subrayar que: “Occidental no es la única conciencia posible […] y es representativa de sólo parte de la humanidad. La expansión de la conciencia […] debe tener lugar según el desarrollo de los elementos de nuestra psique, análoga a las propiedades de la conciencia oriental, que es ajena a nosotros, al igual que el Oriente no podemos prescindir de nuestra técnica, ciencia e industria” (2009:15).

Otras aportaciones, que por cuestiones de extensión no incluiré pero que vale la pena mencionar, son por supuesto los arquetipos, los mandalas, el yoga, la sincronicidad, el nexo del que teoriza sobre la psicología y la alquimia y el ver las psicopatologías, como es el caso de la psicosis, no desde una cuestión anómala si no como una manifestación de las acciones arquetípicas y simbólicas que son capaces de trascender a la conciencia (Almendro, 1994).

Como se verá más adelante, el concepto de la individuación encuentra su continuidad en el continuo proceso de autoexploración y de crecimiento personal al que hace referencia Assagioli (1993) mientras que el concepto del inconsciente colectivo evoluciona al establecer la diferencia entre los contenidos arcaicos y primitivos prepersonales, y los supraconscientes transpersonales. A continuación, detallaré los aportes de R. Assagioli en la psicología transpersonal.

La psicosíntesis de Roberto Assagioli

Assagioli -psiquiatra y creador de la Psicosíntesis-, crea su teoría basada en aceptar la vida como un continuo proceso de autoexploración, de crecimiento personal de alcanzar el potencial oculto por medio de enfatizar lo creativo y lo alegre de la vida.

Daniels (2002) refiere sobre el trabajo realizado por Assagioli, que trata en muchos sentidos de psicologizar las enseñanzas espirituales que tuvo como practicante de Yoga de Patanjali y de los conocimientos adquiridos con la esoterista Alice Bailey. En particular, estaba preocupado reintroducir el concepto de alma personal en la psicología y en cierto sentido, lo logra.

Con marcada influencia en las teorías de su amigo Carl Jung y a fin a pensar que el inconsciente freudiano no dirigía los designios del ser humano, retoma el concepto del inconsciente colectivo -aunque señala que le falta definición pues “confunde lo universal con lo colectivo” (Assagioli, 1976 citado en Rosellini y Vanni, 2014)-, otra de sus bases fueron los arquetipos espirituales, como lo son las experiencias cercanas a la muerte, la inspiración o la intuición, dándole lugar en su mapa ovoide (figura 1) y complementándolo con un Inconsciente Superior.

Figura 1. La constitución psicológica del ser humano (1993, 32).

Ahora bien, desde el modelo de Assagioli, es en el Superconsciente donde residen los impulsos más elevados como la intuición, la fuerza, el amor altruista, la voluntad, la empatía, la solidaridad, la inspiración artística, la comprensión espiritual y filosófica, la necesidad de darle significado y propósito a la vida, pero que de igual forma que en el inconsciente, todo puede estar tan reprimido que también puede ser nocivo e incapacitante para tener una vida más gratificante.  

Desde su planteamiento, el inconsciente inferior dirige las actividades psicológicas básicas, instintos primitivos y complejos emocionales. El inconsciente medio -al que Freud había llamado preconsciente-, asimila las experiencias antes de alcanzar la consciencia e integra los contenidos del entorno que no nos damos cuenta por lo limitado de nuestra percepción. El supraconsciente es la sede de los sentimientos y capacidades superiores, como la intuición y la inspiración mientras que, los impulsos, sentimientos y pensamientos de la consciencia pueden ser analizados por el yo consciente, el punto de atención pura.

Por tanto, el proceso de psicosíntesis es un desarrollo paralelo al proceso de individuación jungiano.

Un punto donde Assagioli discrepa con Jung es en la importancia de la imaginación; para Jung la imaginación es propia de la interacción de los cuatro elementos de la tipografía de la conciencia jungiana ya antes mencionada, mientras que para Assagioli, la imaginación es el impulso necesario de la acción creadora del supraconciente por su naturaleza evocativa de simbolismos y de la creatividad.

Archivo Assagioli

Por otro lado, otro gran aporte es lo que el autor denomina despertar espiritual. Refiere que la etapa adulta es en apariencia la etapa más estable pero crítica en cuanto a la espiritualidad: “es el punto donde los caminos se separan, es el momento de la elección que decidirá el futuro del alma” (1993, 123). Lo anterior genera crisis del desarrollo espiritual cuyo significado es la manifestación primaria y negativa de lo trascendente y eterno de la conciencia espiritual que desarrollará después la iluminación.

Además, indicó que las enfermedades, generadas por causas espirituales, se están presentando con mayor frecuencia en la actualidad teniendo como variable adicional la mente más crítica del hombre moderno, lo que dificulta el desarrollo espiritual. Dicha cuestión sería retomada posteriormente por Fromm (1979/2021) donde menciona que nuestra sociedad ha perdido la brújula, y por tanto el sendero, al quitarle importancia al ser humano y los valores que nos rigen; la diferencia estriba entre una sociedad interesada en las personas y otra interesada en las cosas.

En otro orden de ideas, Jung insiste en la necesidad de un análisis didáctico; lo que significa que, quien pretenda practicar la psicoterapia debe someterse a un análisis psicológico por parte de otro psicoterapeuta. Carl Jung lo describe brevemente cuando refiere que: “el médico no detectará en el paciente lo que no ve en sí mismo, o será indebidamente influenciado por ello” (2000, 237). Assagioli también coincide en este punto refiriendo que cuando no se puede manejar la psicosíntesis didáctica, el terapeuta debe someterse a una “autopsicosíntesis”. Este punto es reafirmado por F. Vaughan quien refiere: “el terapeuta no cura la dolencia del paciente, sino que capacita al cliente para que este conecte con sus recursos interiores y deje trabajar al proceso natural de curación o de crecimiento” (2008, 282).

Es notable para mí que sus coincidencias teóricas entre ambos van desde la estructura de la psique, la dinámica de las energías psíquicas, los métodos de terapia psicológica y la importancia de la intuición.

Se podrá observar entonces que, la terapia psicosintética reconoce plenamente la importancia de los procesos espontáneos de autocuración y la función integradora de los símbolos, demuestra que estos procesos pueden ser promovidos y asistidos eficazmente por la cooperación de la personalidad consciente. Esta acción la realiza el centro, el elemento dinámico, es decir, el sujeto consciente y activo, haciendo uso de otro elemento importante: su voluntad.

Por último, el contenido transpersonal, como lo estableció Vaughan (2008), incluye los ámbitos mítico, arquetípico y simbólico de la experiencia interior, los cuales pueden hacerse accesibles a la percepción por mediación de la imaginería y de los sueños, algo en lo que Jung fue precursor. Estas experiencias transpersonales, aunque no suelen observarse dentro de los fines terapéuticos, son aceptadas por ser potencialmente valiosas para la evolución de la conciencia y el ser. También han demostrado su eficacia al facilitar la desidentificación de los roles superficiales, del ego, del falso self y otras imágenes deformadas del sí mismo, principios que Assagioli definió imprescindibles para el despertar transpersonal.

Para concluir, la psicología profunda reconoció desde sus orígenes que la psique lleva dentro de sí la capacidad de autocuración y de autorrealización, un aporte desde mi perspectiva imprescindible para la Psicología Transpersonal que a partir de aquí pudo desligarla de la relación a objetos. La psicología jungiana, como se ha podido apreciar, valora la dimensión mítica de la experiencia, la imaginería onírica y la imaginación activa como poderosos agentes terapéuticos que desde el contexto clínico aún se pueden usar.  En cambio, la psicosíntesis trabaja con diversas técnicas activas que pueden usarse en marcos distintos al terapéutico. Aun cuando sienta las bases de la exploración del inconsciente transpersonal a través de técnicas meditativas.

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