“Si con todo lo que tienes no eres feliz, con todo lo que te falta tampoco lo serás”.
Erich Fromm
Atlas era hijo de Jápeto y Climene quien, según la mitología griega, fue condenado por Zeus a cargar con el cielo sobre sus hombros.
Este personaje hace su aparición en la psicología gracias a la aportación del Dr. Tim Canthoper, psiquiatra de la Clínica Priorat, quien acuñó el término “Síndrome de Atlas” cuya denominación hace referencia a aquellos hombres, entre 30 y 40 años, que se esfuerzan en ser el mejor amigo, el mejor colega y el mejor padre, de forma simultánea y de manera excesiva; la sensación es entonces, como la de este ser mitológico que debe sostener el mundo entero sobre sus hombros.
Estos varones, en su rol como padres, suelen ser sobreprotectores y perfeccionistas en la educación de sus hijos. No solo quieren tener la tarea de proveer económicamente, lo que pasaba en generaciones como la de nuestros padres o abuelos. Sin embargo, como también desean el éxito profesional ambos trabajos se vuelven de tiempo completo y la tarea no solo se torna demandante, sino también imposible, ya que el objetivo de lograr ambas tareas sin error es, en sí mismo irracional.
Pese a esto, el nivel de autoexigencia es tan intenso que en algunas ocasiones desemboca en una depresión mayor por la misma angustia que les genera conseguir la felicidad de sus hijos y cumplir con las demandas sociales.
Los síntomas de este síndrome incluyen mal humor, perdida de interés en las actividades sociales, preocupación excesiva y un afán de perfeccionismo visible en la exigencia de cumplir con un rol que sea eficiente, productivo y moderno, sentimientos de culpa -ya que lo que se hace no se percibe como suficiente- además de que puede ir acompañado de dolores musculares y molestias físicas como dolor de cabeza.
Entre las probables causas que provocan este síndrome se encuentran:
- Sus progenitores tienen una educación tradicional, donde los elogios contantes son la base en la que se construye la autoestima.
- Como hijo, se le exigía la perfección en las calificaciones y en las tareas de casa.
- Poca tolerancia a la frustración y al fracaso.
- Se rigen por un marco moral de “Deberías” “Tengo que”
Por consiguiente, los hombres afectados por este síndrome -al igual que las personas perfeccionistas- deben de tener en cuenta que los errores que se llegan a cometer no son necesariamente malos, sino una forma de aprender y evolucionar, también es importante tomar consciencia sobre el llamado pensamiento dicotómico (forma de pensamiento que divide en dos categorías opuestas las experiencias: todo o nada, correcto o incorrecto, bueno o malo) es una forma extremista de ver las cosas que no solo genera miedo y sentimientos de inadecuación, también afecta al entorno, por ejemplo, en la cuestión laboral los compañeros de trabajo pueden sentirse amedrentados por la percepción de no cumplir con las expectativas, o por la sensación misma de sentirse bajo la lupa, dando como resultado que por la colaboración sea más compleja.
Para terminar, es importante señalar que, durante un proceso terapéutico, el psicólogo clínico puede ayudar a flexibilizar estos conceptos, a lidiar con sus sentimientos de inferioridad y a construir un concepto de paternidad alcanzable y satisfactorio a la par de lograr la aceptación de nuestras limitaciones en las diferentes esferas de nuestra vida.
Estamos a tu servicio. Hasta el próximo leencuentro.
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