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Antes los matrimonios eran contratos económicos y sociales que podían durar la vida entera, dichos contratos incluso iban de la mano con la reproducción e incluso eso aseguraba la unión. Hoy en día la enorme mayoría de los matrimonios se realizan por voluntad y por amor y ya no tienen en sus espaldas la necesidad de la concepción. Esta evolución conceptual ha generado que, para muchas uniones, se aparezca una fecha de caducidad no siempre visible para las dos partes de la pareja. Y se dice que cuando el amor acaba, la infidelidad aparece.

Muchas personas que han sufrido una infidelidad por parte de su pareja deciden dar por terminada la relación, otras se quedan a renovar los lazos que pudieron estar rotos antes de que la infidelidad se presentase y por supuesto, los lazos rotos que deja el acto de ser infiel.

Janis Abraham Spring -autora del libro After the Affair-, pone en manifiesto el sufrimiento de quienes lo viven de la siguiente forma: “Arrasada […]queda la convicción de que tú y tu pareja eran el uno para el otro, que nadie podía hacerlos más felices, que juntos formaban una unión que no podía ser separada. La infidelidad marca la partida de dos inocentes ilusiones -que tu matrimonio es excepcional y que eres único y atesorado- “.

El dolor de la mentira

La infidelidad es una traición que genera muchos sentimientos, se experimenta decepción, abandono, rechazo, humillación, vergüenza, enojo y la sensación de desamparo. Todas evidencian la falta, evidencian que el amor de nuestra pareja no pudo protegernos de esto aun cuando eso parecía, cuando eso prometía.

La fractura es tal que es imposible que una o uno mismo pueda integrar las partes por sí solo y comienzan las exigencias sobre la información: ¿Cuánto tiempo fue? ¿cómo empezó? ¿A dónde le llevabas? Y las mismas preguntas pueden aparecer una y otra vez.

Las reacciones en la persona engañada son tales que muchos psicólogos insisten en que el abordaje de la infidelidad debe de ser tratada como se trataría un trauma ya que aparecen los mismos síntomas: hipervigilancia, pensamientos obsesivos, labilidad emocional, ataques de pánico, estallidos de ira, adormecimiento y disociación.

Por dicha razón, las parejas que deciden continuar juntas después de la infidelidad no pueden manejar la caída emociona por sí mismas. La persona engañada esta en este bucle del que no puede salir y la persona que engaño enfrenta otras consecuencias como la desesperación, enojo, la culpa, la impaciencia y la frustración. La diferencia de la vivencia dificulta enormemente la reconexión. Para la terapeuta de parejas, Terry Real, el trabajo de reconstrucción que demanda la unión después de la infidelidad puede hacer que se encuentren de nuevo cara a cara, como cuando se enamoraron, antes de que se acomodaran en la alineación de hombro a hombro que es la vida diaria de una pareja.

Nada prepara para la revelación

Cottonbro en pexels

En épocas de redes sociales, mails y banca por internet la gran mayoría de los descubrimientos se dan por el WhatsApp, el Messenger, el Google fotos o el estado de cuenta. Hoy solo basta con seguir el hilo de la memoria tecnológica para darse cuenta de la evolución de la mentira; las personas engañadas ven ante sus ojos una gran cantidad de intercambios, de deseos expresados, son capaces de contrastar la información que tienen con la realidad y memorizar la dolorosa evidencia.

Por dicha razón la obsesividad se dispara, existe la necesidad de formar todo el rompecabezas, ¿en qué más ha mentido? ¿qué hacía yo este día a esa hora? ¿le escribía mientras estaba conmigo, al lado mío?

Para Esther Perel -psicoterapeuta y especialista en este tema-, la infidelidad es un ataque directo a una de nuestras más importantes estructuras psíquicas: la memoria del pasado. Refiriéndose a que cuestionamos nuestra propia historia, lo que estábamos viviendo, es no poder mirar atrás con ninguna seguridad, pero también es ver al futuro con ninguna certeza. Es así como las interrogantes, los flashbacks, la hipervigilancia se vuelven manifestaciones de una narrativa rota de nuestra historia intentando armarse de nueva cuenta.

Todo ello lleva a la sensación de que la persona engañada esta rota, alienada. Muchas pacientes relatan como ven por un lado la vida que tenían y por otro la vida que tienen ahora. No quieren seguir dándole vueltas al tema quisieran dejarlo atrás y olvidarlo, sin embargo, la repetición es lo que ayuda a sanar.

Un corazón roto tarda mucho en recuperarse.

El descubrimiento de la infidelidad puede consumirnos y hacernos olvidar que se trata de un capítulo en la vida de una historia más larga que eso. Sin importar que tan tardado sea recuperarse del trauma, vendrá la recuperación, sin importar que la pareja siga junta o se separe. No se realizará por arte de magia, se necesitará darse el tiempo, evaluar lo que se ha perdido, edificar la confianza y purgarse de las emociones de resentimiento y rencor.

Hasta el próximo leencuentro.

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