El arte no traduce lo visible, lo hace visible.
Paul Klee
Todos en alguna ocasión hemos visto en puestos de periódicos, librerías y hasta en el metro, fascículos o libros con formas prediseñadas (algunos de ellos titulados como Arteterapia) que sirven para colorear. Estos ejemplares se venden con la premisa de que funcionan como una terapia antiestrés, pues colorear, desde que somos niños nos resulta agradable.
Aunque en diversos estudios se ha revelado que el colorear baja la presión arterial, disminuye el ritmo cardíaco, genera -como todo lo que causa placer- y beneficia la motricidad fina y gruesa ¿puede decirse que la Arteterapia es solo colorear?
Malchiodi (2006) señala que la combinación de palabras “arte” y “terapia” suscita una enorme ambigüedad, ya que la unión de ambas disciplinas trae consigo un amplio repertorio de conceptos como: Artes visuales, proceso creativo, desarrollo humano, personalidad, comportamiento, salud, actitud, entre otros. Lo que hace muy difícil su entendimiento. Probablemente sea por esa ambigüedad que exista la tendencia de equiparar a la Arteterapia con la acción de iluminar como si se tratase de la simple unión de diseño y color. Si bien es cierto que colorear ya es terapéutico en sí, mi acercamiento con la Arteterapia no ha dejado de sorprenderme, no solo por el uso de materiales sino también por lo rico de su simbolismo.
Coll (2006) comenta que el Arteterapia es un viaje donde se entrelaza la razón, la emoción y lo íntimo:
la emoción desde el gusto de emocionarse en la serenidad de la construcción de ideas y sensaciones que, por inefables, no son menos sentidas y vividas. La razón, desde la consciencia permanente de una acción voluntaria, en un esfuerzo por la concreción en lo plástico de lo interno, aunque de efectos desconocidos. Lo íntimo, porque permite tocar, visualizar, oler y acariciar lo más desconocido y lo más cercano al sentimiento de sí.
El arteterapia, también llamada psicoterapia de arte, nos permite observar y crear un producto tangible proyectando en el contenido reprimido, silenciado por el inconsciente o exiliado por nosotros mismos y que causa un desequilibrio. Creando algo capaz de transformase a través de los materiales plásticos que posibilitan el cambio.
Nosovsky (2008) comenta al respecto que lo fabuloso de esta terapia es que con nuestras manos podemos darle forma a nuestros conflictos y, también con nuestras manos, encontrar la solución.
La actividad artística proporciona un medio concreto —no verbal— a través del cual “una persona puede lograr una expresión al mismo tiempo consciente e inconsciente y que puede emplearse como valioso agente de cambio terapéutico” (Dalley, 1987, p.16) Por tanto, las palabras pasan a segundo término pues es el lenguaje simbólico el que interesa, aquel que no puede mentir, que nos pone en contacto directo con quienes somos y lo que sentimos.
La utilización de técnicas como el dibujo, la pintura, el modelado junto con el uso de diversos materiales artísticos (arcilla, plastilina, colores, yeso, pinturas, acuarelas, marcadores) son los elementos más idóneos para la expresión de los conflictos emocionales, pues no representa un medio amenazante que inhiba la apertura y expresión de las emociones, es decir, la expresión de los conflictos se realiza por medio del acto creador que los representa, con lo cual, la mayoría de las resistencias propias de un proceso terapéutico, desaparecen.
Para ejemplificar tal consideración, Polo (2000, p.312) expone que “La creación artística nos permite llegar a los sentimientos más secretos e inenarrables; jugar con los límites, sobrepasarlos por medio de la fantasía creativa, dialogar con lo real y lo ficticio, hacer un viaje de retorno a los orígenes y volver para contarlo”. Simbolizar sentimientos y experiencias a través de imágenes constituye un medio de expresión y de comunicación más poderoso que la descripción verbal, y al mismo tiempo, es capaz de hacer que tales sentimientos y experiencias se vuelvan menos amenazadores.
Según Araya, Correa y Sánchez (1990), las principales ventajas del trabajo con arte en el proceso psicoterapéutico, para el desarrollo de la personalidad, se podrían resumir en:
-Disminución de las defensas ante el proceso terapéutico.
Entenderemos por defensa, desde la psicología, las fuerzas instintivas fundamentales en la relación con el mundo exterior como respuesta a lo que es experimentado como amenazante. El arte, al ser un medio de expresión menos utilizado, puede llevar a que surjan elementos inesperados, contrarios a la intención del creador, lo que ayuda en el trabajo de la tolerancia a la frustración.
-Integración del mundo interno y externo.
Desde la psicología Junguiana se podría hablar de proceso de la integración de polaridades. Al ser la expresión plástica un lenguaje simbólico, de menor contraste consciente, permite acceder a contenidos tanto del inconsciente personal como colectivo. Esto facilita el reconocimiento de la sombra -aquello que nos desagrada de nosotros mismos y que buscamos mantener oculto a los demás- o de aquellos aspectos que la conciencia ha dejado de lado.
– Generar Bienestar Personal
Gracias al simbolismo de la expresión plástica, se pueden expresar y enfrentar conflictos antes, incluso, de que se esté preparado para hablar de ellos. De esta manera, al poder afrontar y elaborar éstos en el aspecto simbólico, se fortalece el yo, disminuye la ansiedad y promueve el conocimiento de sí mismo.
Cabe señalar que este tipo de psicoterapia trabaja con los dos hemisferios cerebrales, es decir, conecta mundo racional y emocional, propiciando una visión de sí mismo y de su mundo junto con los procesos psicológicos de dicha experiencia, lo cual contribuye al desarrollo sano de la personalidad.
Por todo eso las producciones artísticas generan imágenes que emergen del inconsciente, auténticos símbolos, necesarios para el crecimiento psicológico, que acercan al ser al camino de individuación. Para Jung (2013) el símbolo esta cargado de un significado amplio, es un conjunto que cierra en su interior, por un lado, una parte objetiva y visible, y por otro, un contenido mucho más profundo, misterioso e invisible. Utiliza elementos reales para dar forma al contenido profundo.
Explorar el significado de una palabra o un objeto en clave simbólica es ir hacia lo inacabado, que se extiende sobre el nivel empírico y va más allá de las capacidades racionales. Es el símbolo, a través de la producción artística, un instrumento de trabajo dotado de poder para establecer comunicación entre el creador (paciente) y la realidad objetiva con su mundo inconsciente. Es por esta razón que el arteterapia utiliza mecanismos como la proyección y la sublimación que ayudan en el proceso creativo ya que “analiza en vivo los obstáculos que se interponen en la capacidad de hacer consciente aquello que está en nuestro inconsciente como lo más original y anónimo, aquello que se encuentra alienado por los hábitos y símbolos instituidos” (Pain, 2008, p.85)
En conclusión, la importancia del arteterapia radica en la idea de que este enfoque terapéutico constituye un proceso en donde la creación artística resulta sanadora. Su esencia reside en la posibilidad de proyectar, durante el proceso creativo y la obra realizada, aquellas sensaciones, pensamientos, emociones y recuerdos que, con el lenguaje verbal, resulta más complicado expresar. En definitiva, permite abrir un canal de comunicación donde la persona pueda expresar con libertad sus procesos internos con la intención de integrarlos en su vida, por el contrario a un fin estético y lleno de color.
Hablar de arteterapia es referirse a un espacio donde la creatividad es inherente a la expresión y creación. A través de la obra realizada –llena de símbolos- la persona encuentra significados inconscientes, puede aliviarse de emociones reprimidas o abrumadoras. Además, se posibilita la resolución de conflictos a la par de un mayor desarrollo de capacidades mentales, físicas y sociales, esto último, gracias al uso de diversos materiales plásticos.
La arteterapia entonces, va más allá del color y también más allá de un proceso terapéutico verbal pues la creación añade en este enfoque la posibilidad de usar el Hemisferio derecho y la sensación de dominar (de forma manual) aquello que nos aqueja. El paciente logra establecer una comunicación consigo mismo y con el terapeuta a través del símbolo creado; la transformación de este durante la sesión transforma también la psique.
Hasta el próximo leencuentro.
Bibliografía:
Araya, C., Correa V. y Sánchez, S. (1990) La expresión plástica: potencialidades y aplicaciones como herramienta psicoterapéutica. Memoria para optar al título de Psicólogo. Facultad de Psicología, Santiago, Chile. Pontificia Universidad Católica de Chile.
Bassols, M. (2006). El arteterapia, un acompañamiento en la creación y la transformación. Arteterapia- papeles de arteterapia y educación artística para la inclusión social. Vol. 1. Pp. 19-25.
Coll, F. (2006) Un viaje por la arteterapia, en: Papeles de arteterapia y educación artística para la inclusión social Vol. 1. 41-44
Dalley, T. (1987) El arte como Terapia. Barcelona: Herder.
Jung, C. (2013) Tipos psicológicos. Trotta: España. (original en alemán 1921)
Malchiodi, C. (2003) Handbook of Art Therapy. New York: Guilford Press.
Nosovsky, G. (2008) Tratado de Terapia de Arte: Autor.
Pain, S. (2008) En sentido figurado. Fundamentos teóricos de la arteterapia. Paidós: Buenos Aires.
Polo, L. (2000) Tres aproximaciones a la Arte Terapia. En Arte, Individuo y sociedad. Vol. 12: 311-319.
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