Entre dos generaciones, ¿Qué educación es mejor para mi hija?

Tengo una hija de 7 años, es inquieta, juguetona y muy curiosa, esta última nos ha traído varios problemas porque hace preguntas constantemente no solo de las cosas que le gustan sino de las instrucciones que le damos. Cuando estoy tranquila, suelo responder a sus preguntas hasta donde me da el entendimiento pero cuando me agarra estresada termino diciéndole cosas como: “por que así es y ya” o el típico: “porque lo digo yo”. Cuando veo su carita me da mucho coraje de no tenerle paciencia. La situación se complica cuando la dejó encargada en casa de mis papás, porque tienen una educación muy tradicional y no aceptan que se les cuestione nada, por el contrario, nos regañan a las dos, a ella por contestar y a mí por “tenerla tan mal educada”.  No sé qué hacer, veo que mi hija responde mejor cuando hablo con ella y por el contrario se enoja mucho con el trato que reciben de mis papás…¿estoy mal? ¿Qué educación es mejor para mi hija?

Foto de Edward en Pixabay

La situación que propones es muy complicada, sobre todo cuando hay dos generaciones con posturas tan diferentes tratando de guiar a un pequeño. La reacción de tu hija es muy importante, te está demostrando que para ella es importante comprender las razones por las cuales se le pide que actúe de una u otra forma. Esa es la base de poner límites, desde la línea del amor, y está sustentada en los estudios de la psicóloga Jane Nelsen quien afirma que la clave de la educación no reside en el castigosino en el respeto entre las personas.

Nelsen es defensora de la crianza positiva, técnica cuyo objetivo es ofrecer soluciones para que los niños puedan analizar sus conductas, entender porque son inadecuadas y, desde esa reflexión, corregirlas.

Este proceso implica partir primero, de la certeza de que los niños actúan de acuerdo a sus deseos y necesidades, es decir las cosas que hacen no tienen como meta molestar a los adultos aunque lo hagan. Te pongo un ejemplo, tu hija tiene curiosidad por descubrir están engarzadas las cuentas de un collar, lo observa, lo abre, lo cierra, lo jala y ¡pum! se rompe. Al ver todas las cuentas tiradas en el piso, te enojas. Su intención no era romperlo, pero lo rompió. No quería hacerte enojar, pero te enojaste.

La reacción “tradicional” sería reprender y castigar. La crianza positiva te invitaría a validar su curiosidad por aprender y después mostrarle que es necesario manipular las cosas con cuidado porque se rompen. También te sugerirán que le pidieras que recoja todas las cuentas y, de ser posible, si le puedes conseguir un hilo elástico, que las engarce en él reparar el collar. ¿Cuál es la diferencia con castigarla? Que puede entender la razón de tener cuidado y le das la oportunidad de reparar el daño.

Límites con respeto

Las raíces etimológicas de la palabra respeto vienen del latín respectus que significa “atención” o “consideración”, eso implica mirar al otro desde esa perspectiva y, en el caso de los niños, entender que son humanos chiquitos que están en proceso de crecimiento, lo que implica también una mirada empática.

Antes a los niños se les veía solo como seres que debían aprender a obedecer, sin preguntar. La curiosidad de los infantes ahí estaba, pero era acallada mediante la cultura del miedo: gritos, regaños, golpes…y sí, puede ser que “hicieran caso” pero, solo para evitar ser lastimados. Y con esas reprimendas también asimilaron que lo que sentían y necesitaban no era importante.

La crianza positiva entiende que los pequeños aprenden a partir de la experiencia, requieren explorar su mundo. Los adultos los acompañamos, los guiamos y, lo más importante, les ponemos límites para cuidarlos.

¿Cómo se hace?

Empecemos por redefinir los límites como acciones positivas que les permitan a los infantes saber que pueden moverse dentro de un área segura tanto física como emocionalmente hablando. Ahora bien, para poner un límite:

1.    Busca su atención: ¿está jugando, viendo su tableta? Asegúrate que te escucha antes de explicarle el límite o la regla que quieres ponerle

2.    Ponte físicamente a su nivel: siéntate a su lado o frente a ella, pero asegúrate que puedan mirarse ambos cómodamente a los ojos.

3.    Sé clara, concreta y directa: ¿Qué quieres que haga o que no haga?

4.    Explícale porqué es importante: hazlo a su nivel, si se trata de un límite complicado de tratar por su edad, tradúcelo en algo que sea entendible: “es por tu seguridad”, por ejemplo.

5.    Escúchala: ¿tiene algo que decirte al respecto?

6.    Reconoce y valida sus emociones:  hazle saber que para ti es importante lo que siente, agradece que lo comparta.

7.    El límite, ¿es negociable?: de ser así, lleguen a un acuerdo favorable para ambas partes si no lo es, hazle saber que entiendes que no esté de acuerdo, pero se firme con lo que le estás pidiendo.

Si la vas a corregir…

  1. Conserva la calma: Si te resulta imposible regular tu conducta en ese momento dile que lo que hizo no fue correcto y que hablarán después. Es muy importante que solo califiques la conducta, no a ella.
  2. Corríge siempre en privado: esto evitará dos cosas, que tu hija se sienta avergonzada y la intervención de terceras personas.
  3. Explícale por qué su conducta es inadecuada: sin calificarla, describe lo que hizo: “entiendo que estés enojada, pero no es correcto que le grites a tu abuelita.”
  4. Asegúrate que entienda su responsabilidad: esto es muy importante porque ayudará a que no repita la misma conducta.
  5. Ayúdale a pensar opciones: ¿Cómo podría haber actuado o respondido de una forma más asertiva?
  6. Enséñale cuál es la consecuencia de esa conducta: cuando hay una consecuencia se puede “reparar” el daño y eso es muy reconfortante para el niño: “no recogiste tu cuarto, ya no nos da tiempo de ir al cine, tendremos que hacerlo otro día.” En el caso anterior, el de la abuelita, “ve y explícale a tu abuelita que estabas enojada y que serás más cuidadosa para no volver a gritarle.”

Libertad de expresión vs falta de expresión

La disciplina positiva es muy eficiente si se aplica de manera correcta. El problema es que muchos confunden:

1.    La libertad de expresión con tolerar groserías: el niño siempre debe comunicarse bajo la línea del respeto, de no ser así pierde el privilegio de ser escuchado hasta que esté tranquilo.

2.    Validar sus emociones con expresarlas impulsivamente: como permitirle que te grite, pegue o aviente cosas.

3.    Entender sus necesidades con dejarlo hacer lo que quiera: “entiendo que te encanta jugar videojuegos, pero solo podemos hacerlo una hora al día.”

4.    Ser flexible con falta de autoridad: hay límites que son negociables siempre y cuando se mantenga la esencia de éste. Si yo necesito que mi hija lave los platos justo cuando acabamos de comer, pero ella debe mandar una tarea antes de las 4, puedo negociar que envíe su tarea e inmediatamente después los lave.

5.    Firmeza con autoritarismo: el respeto ala autoridad se gana mediante la congruencia, la firmeza y el buen trato, el autoritarismo, genera enojo y miedo y difícilmente garantiza el respeto genuino.

Según lo que nos describes, has sabido leer las necesidades de tu hija. Es importante que ella mantenga su curiosidad y su necesidad de cuestionar, solo hay que enseñarle las formas correctas de hacerlo. El respeto, como la mayoría de las cosas, se aprende con el ejemplo. En la medida en que sigas guiándola desde esa línea ella aprenderá por qué es importante seguir tus instrucciones.

Claro esto significa deconstruir la forma como fuimos educados, no es fácil pero lo podemos hacer. Si requieres apoyo en alguna circunstancia en específico, recuerda que en Mentalizarte estamos listos para ayudarte. Sabemos que tratar el tema con los abuelos también es complejo, por ello, trataremos en la siguiente entrega qué puedes hacer  para conservar tu autoridad frente a tu hija cuando los abuelos o terceras personas descalifican tus acciones. En Mentalizarte estamos para acompañarte. ¡Consúltanos!

Recuerda que esta columna llega a ti gracias a la colaboración de Clara Sánchez, comunicóloga y psicoanalista. Puedes enviar tus consultas o preguntas con tu nombre, utilizando un pseudónimo o escribiéndolas de manera anónima ya sea en nuestra sección de comentarios o vía correo electrónico a csanchez28@gmail.com. Les daremos respuesta en las siguientes entregas.

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