La creatividad es uno de los recursos humanos más valorados en el mundo contemporáneo. No solo las empresas buscan mentes capaces de innovar, también los grandes problemas sociales y culturales requieren de soluciones nuevas que desafíen las formas tradicionales de pensar. Pero ¿cómo cultivar la creatividad en nuestra vida cotidiana? ¿Qué recursos existen hoy en día que puedan ser accesibles para la gran mayoría de personas?
La ciencia ha comenzado a responder estas preguntas y una de las conclusiones más interesantes es que la música puede ser una aliada poderosa de la creatividad.
En 2017, investigadores de la Universidad de Radboud (Países Bajos) y la Universidad de Tecnología de Sídney (Australia) llevaron a cabo un estudio que se ha vuelto referente en la psicología de la creatividad. Reclutaron a más de 150 participantes y los expusieron a distintas condiciones mientras realizaban ejercicios de pensamiento divergente y convergente.
El pensamiento divergente se refiere a la capacidad de generar múltiples ideas, perspectivas y soluciones a un problema. Es la chispa de la innovación: cuando alguien busca distintas formas de usar un objeto común o imagina alternativas poco convencionales. El pensamiento convergente, en cambio, busca llegar a una sola respuesta correcta, aplicando la lógica y la evaluación crítica.
Durante el experimento, los participantes resolvieron estas tareas en silencio o mientras escuchaban fragmentos de música clásica cuidadosamente seleccionada para evocar emociones distintas: calma, tristeza, ansiedad y felicidad. Una de las piezas usadas para inducir un estado alegre fue La primavera de Antonio Vivaldi.
Los resultados revelaron que, mientras el Allegro de Vivaldi obtuvieron puntajes significativamente más altos en las pruebas de pensamiento divergente. Es decir, no solo produjeron más ideas, sino que esas ideas fueron evaluadas como más originales e innovadoras. En contraste, los otros tipos de música no mostraron el mismo efecto, y ninguna condición alteró el rendimiento en pensamiento convergente[i].
En otras palabras, la música alegre ayudó a ampliar la mente, flexibilizar el pensamiento y generar nuevas perspectivas, justo lo que necesitamos cuando buscamos soluciones creativas.
Escuchar como un acto creativo
Este hallazgo conecta con lo que sostiene el experto en educación musical David J. Hargreaves en su libro Musical Imagination: Multidisciplinary Perspectives on Creativity. Hargreaves afirma que escuchar música es en sí mismo un proceso activo y creativo. Cada persona desarrolla un estilo de escucha particular y, de manera consciente, utiliza la música en momentos específicos para provocar determinados efectos psicológicos.
Así, no se trata solo de poner música de fondo -como lo hacemos cuando trabajamos o hacemos las tareas de casa-, hablamos de una escucha estratégica, en la que elegimos qué melodías acompañarán nuestro trabajo creativo, nuestra concentración o incluso nuestro descanso. Hargreaves subraya que la música no se recibe de forma pasiva, sino que interactuamos con ella, la reinterpretamos y la usamos como herramienta de regulación emocional y cognitiva.
En esta misma línea, la relación entre música y creatividad también fue explorada por la Universidad de Tecnología Guangdong, en China[ii], donde se evaluó el papel de la música durante procesos de diseño creativo. Aunque los investigadores no observaron un aumento significativo en la cantidad de ideas producidas, sí constataron un incremento notable en la innovación y originalidad del diseño.
Esto sugiere que, incluso si la música no siempre multiplica nuestras ocurrencias, puede mejorar la calidad de lo que creamos, aportando matices más arriesgados, refinados o inesperados.
Entre disciplinas: música, ciencia y arte
El vínculo entre música y creatividad no se limita a los laboratorios. A lo largo de la historia, grandes figuras del pensamiento y la ciencia han encontrado en la música un aliado para su genialidad.
- Albert Einstein, apasionado del violín, aseguraba que tocar música lo ayudaba a explotar su intuición y a descubrir nuevas soluciones a problemas científicos complejos.
- Max Planck, pionero de la teoría cuántica, fue también un pianista consumado que veía en la música un refugio relajante y un motor intelectual.
- Más cerca en el tiempo, Syd Barrett[iii], cofundador de Pink Floyd, dedicó gran parte de su vida a la pintura -incluso estudio en la Escuela de Arte Camberwell-, demostrando cómo un espíritu creativo puede transitar con fluidez entre distintas disciplinas.
El arte de sentir para crear
Si algo nos enseña, tanto la ciencia como la experiencia, es que la música abre puertas. Nos conecta con emociones amplía nuestra flexibilidad mental y nos permite mirar los problemas desde ángulos nuevos.
Pero la clave no está solo en escuchar: está en sentir. Dejarse atravesar por la melodía, abrirse a la experiencia estética y permitir que la mente explore caminos poco transitados. La creatividad florece cuando la sensibilidad se combina con la reflexión.
Así, cultivar la creatividad en la vida diaria puede ser más accesible de lo que imaginamos. Escuchar música alegre mientras trabajamos, dedicar momentos a una escucha atenta y consciente, integrar el arte en nuestra rutina y permitir que distintas disciplinas dialoguen entre sí, son prácticas que alimentan nuestra capacidad de innovar.
Abrazar la creatividad no significa solo producir obras originales, significa vivir con apertura, curiosidad y sensibilidad. La música puede ser un recordatorio constante de que la vida se enriquece cuando la experimentamos con todos los sentidos.
En definitiva, la música también se vive. Y al vivirla, descubrimos que la creatividad no es un privilegio de unos cuantos genios, sino una facultad que todos podemos cultivar día a día.
Hasta el próximo leencuentro.
[i] https://www.elimparcial.com/locurioso/2017/09/09/necesitas-ser-creativo-haz-esto/?outputType=amp-type
[ii] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9946974/
[iii] https://www.sydbarrett.com/art/art-from-1978-onwards/
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