La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune crónica que afecta principalmente las articulaciones, aunque también puede tener efectos en otros órganos del cuerpo. En este padecimiento, el sistema inmunológico ataca por error el revestimiento de las articulaciones, lo que causa inflamación, dolor e hinchazón sobre todo en manos, codos, pies, rodillas, tobillos, hombros y eventualmente puede llevar a la deformidad articular y la discapacidad.
Los síntomas típicos de la artritis reumatoide incluyen rigidez articular, dolor, hinchazón y fatiga. Estos síntomas pueden variar en gravedad y pueden empeorar con el tiempo si no se manejan adecuadamente.
Las investigaciones más recientes indican que ciertos estados emocionales pueden desencadenar un aumento de los síntomas más problemáticos, e incluso incrementar directamente las posibilidades de desarrollar este trastorno.
Entre todas las emociones experimentadas, la depresión, la ansiedad y la ira muestran una estrecha relación con este trastorno además de una tendencia a no comunicar o pedir lo que se necesita (Bourbeau, 1997). Por ello, muchos profesionales médicos consideran que abordar el aspecto emocional de los pacientes es fundamental para el tratamiento multidisciplinario de esta afección.
A pesar de que los estudios empíricos han sido limitados, la ira, la hostilidad y la agresión parecen ser conceptos cruciales en la comprensión del papel que desempeñan los factores psicológicos en el desarrollo de diversos problemas de salud tal y como lo señalara un estudio publicado en la Journal of behavioral medicine[1] en 1994. Dicha investigación, realizada por R. Kerns, R. Rosemberg, sugieren que tanto la experiencia como la expresión de la ira pueden contribuir a la etiología o progresión de afecciones como la hipertensión o las enfermedades cardíacas por lo que existe la sospecha clínica de su relación estrecha con la artritis reumatoide.
En este sentido, la investigación de la Dra. Lunazzi de Jubany[2] ha cobrado gran relevancia pues describe la relación entre la alexitimia -entendida como la dificultad para identificar, comprender y expresar emociones-, como un componente significativo en la experiencia de la enfermedad y en la forma en que los pacientes la manejan.
Artritis y ansiedad
Investigaciones recientes han indicado que los pacientes que padecen artritis reumatoide tienen una mayor propensión a experimentar ansiedad en comparación con la población general. Un estudio publicado en 2023 en la revista Arthritis Care & Research[3] analizó esta relación, encontrando que aproximadamente el 30% de los pacientes con artritis también presentaban síntomas significativos de ansiedad, como preocupación excesiva, inquietud, irritabilidad y dificultad para concentrarse.
Causas de esta relación
En primer lugar, el dolor crónico y la discapacidad asociados con esta enfermedad pueden generar altos niveles de estrés emocional, lo que a su vez puede desencadenar síntomas de ansiedad. El dolor persistente y la inflamación articular pueden limitar las actividades diarias, perturbar la calidad del sueño y generar una sensación de indefensión en el paciente, contribuyendo así a la ansiedad.
Además, la carga emocional de enfrentarse a una enfermedad crónica y las restricciones que impone en la vida cotidiana también pueden propiciar el desarrollo de la ansiedad. Los pacientes con artritis reumatoide a menudo enfrentan desafíos emocionales, como preocupaciones sobre el futuro, pérdida de independencia y la incapacidad de realizar actividades que antes disfrutaban. Estos factores estresantes pueden aumentar la vulnerabilidad a la ansiedad.
Por otro lado, otras investigaciones han revelado que la relación entre la artritis reumatoide y la ansiedad es bidireccional. Esto significa que no solo la artritis reumatoide puede aumentar el riesgo de ansiedad, sino que la presencia de ansiedad también puede empeorar los síntomas y el curso de la enfermedad. El más reciente estudio titulado What Came First?” Population-Based Evaluation of Health Care Encounters for Depression and Anxiety Before and After Inflammatory Arthritis Diagnosis: Disentangling the Relationship Between Mental Health and Arthritis revela que puede existir incluso la superposición de procesos biopsicosociales que vinculan la inflamación de las articulaciones con las comorbilidades de salud mental.
En conclusion, la ansiedad puede influir en la respuesta inflamatoria del cuerpo, lo que puede contribuir a un mayor daño articular y una mayor gravedad de los síntomas de la artritis reumatoide e impactar en el tratamiento medicamentoso.
Es fundamental que los profesionales de la salud que tratan a pacientes con artritis reumatoide estén al tanto de esta relación y aborden tanto los aspectos físicos como los mentales de la enfermedad. Mejorar la comprensión y expresión emocional puede ser una estrategia efectiva para reducir, entre otras cosas, el dolor. Es importante señalar que, los síntomas no desaparecen completamente en la mayoría de los casos, muchos pacientes experimentan una notable mejora en su calidad de vida mediante el manejo de las emociones.
En MentalizArte, estamos listos para apoyarte con una terapia creativa que ayude a disminuir el dolor físico mientras aprendes a regular tus emociones y expresarlas, acompañado de tu tratamiento médico.
Hasta el próximo leencuentro.
[1] https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/8201612/
[2] http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/3098
[3] https://acrjournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/acr.25245
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