Errores que no debes cometer en la práctica tanatológica

Fotografía de Antoni Shkraba. Dos personas en una sesión

En el ejercicio de la tanatología, como en cualquier disciplina de acompañamiento, es fundamental mantener una actitud ética, reflexiva y profesional. Sin embargo, es común que incluso los especialistas más experimentados cometan algunos errores que pueden afectar el proceso de duelo de quienes buscan apoyo. A continuación, exploramos algunos de los errores más frecuentes en la práctica tanatológica y su impacto en la labor de la persona tanatóloga.

Error #1: Dejar que la impulsividad domine sobre la reflexión

La reflexión es una herramienta esencial en el trabajo tanatológico. Según la Real Academia Española, reflexionar es el «pensamiento o consideración de algo con atención y detenimiento para estudiarlo o comprenderlo bien». En la práctica, esto implica que el tanatólogo debe tomarse el tiempo necesario para analizar la situación antes de emitir una opinión o tomar acción.

Cuando un profesional de la tanatología actúa de manera impulsiva, sin una adecuada introspección, corre el riesgo de dar respuestas automáticas que no atienden las verdaderas necesidades del paciente. La capacidad de reflexión no solo favorece un acompañamiento más asertivo, sino que también modela para el paciente una manera más adaptativa y sana de afrontar el duelo.

Error #2: Decidir por el paciente

El papel del tanatólogo no es dirigir la vida de quien atraviesa un duelo, ni decirle aquello que tiene que hacer de forma distinta, sino acompañarlo en su proceso. La labor fundamental es informar, validar emociones y brindar herramientas para que el paciente tome sus propias decisiones.

En situaciones críticas, puede resultar tentador influir en las elecciones del paciente o su familia, especialmente si consideramos que alguna opción es «la más adecuada». No obstante, cada persona tiene el derecho de decidir su camino, y el respeto por su libre albedrío es clave en el acompañamiento tanatológico. La autonomía del paciente debe ser siempre prioritaria, incluso cuando sus elecciones no coincidan con los criterios personales.

Error #3: No informarse sobre el paciente

Cada duelo es único y está influenciado por múltiples factores, como la historia de vida, las creencias personales, la estructura familiar, la edad, el tipo de vínculo y el contexto social. Un tanatólogo que no se toma el tiempo de conocer a profundidad la situación de su paciente corre el riesgo de ofrecer un acompañamiento superficial o inadecuado.

Obtener información relevante puede lograrse a través del diálogo con el propio paciente, la construcción de in genograma de cuatro generaciones, una relación de historial de pérdidas, la consulta con familiares o amigos cercanos y, en casos específicos, la revisión de expedientes clínicos cuando se trata de personas internadas en hospitales o en defecto investigar al respecto con sus médicos tratantes. Una comprensión integral del caso permite una intervención más asertiva y empática, adaptada a las verdaderas necesidades del consultante.

Error #4: No cobrar por los servicios

En muchas sociedades latinoamericanas, hablar de dinero en contextos de ayuda emocional sigue siendo un tema tabú. Existe la creencia errónea de que las profesiones relacionadas con el cuidado de la salud mental y el acompañamiento tanatológico deben ejercerse por «vocación» y no por una justa remuneración. Esta idea, promovida por estructuras que buscan aprovechar la labor emocionalmente demandante de estos profesionales, es insostenible y perjudicial tanto para los tanatólogos como para quienes requieren sus servicios.

Cobrar por los servicios tanatológicos no solo es legítimo, sino necesario. La remuneración justa permite al tanatólogo continuar su formación, garantizar un trabajo responsable y establecer un compromiso mutuo con el paciente. Un trabajo bien remunerado dignifica la profesión y asegura que el profesional pueda sostener su práctica con calidad y ética.

Error #5: No consultar a un tanatólogo

Uno de los errores más graves que un tanatólogo puede cometer es no haber pasado por su propio proceso de acompañamiento. Experimentar la posición de paciente es una parte fundamental de la formación profesional, ya que permite desarrollar una mayor sensibilidad hacia las emociones y experiencias de quienes buscan ayuda. Un tanatólogo, como cualquier profesional de la salud debe ampliar su espacio interior y ablandar el corazón.

Además, la supervisión y la consulta con otros especialistas son prácticas esenciales para un ejercicio profesional sólido. La tanatología implica trabajar con el dolor humano en su máxima expresión, por lo que el autocuidado y la formación continua son indispensables para ofrecer un acompañamiento ético y eficaz. En Mentalizarte contamos con el servicio de supervisión de casos y Consejería tanatológica.

Reflexión final

El trabajo tanatológico es una labor de profundo compromiso humano y profesional. Evitar estos errores no solo fortalece la práctica del tanatólogo, sino que también enriquece el proceso de duelo de quienes confían en su acompañamiento. La conciencia sobre estos aspectos nos permite ejercer con mayor responsabilidad, empatía y eficacia, contribuyendo a una sociedad más comprensiva y resiliente ante la pérdida.


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