Psicología
Los sesgos de la percepción
Gracias a los experimentos de la Gestalt comenzamos a entrever que el hombre, como especie, no percibe las cosas como entidades aisladas -sin relación alguna entre ellas-, más bien, las organiza dentro de su propio proceso perceptivo y cuyo proceso de formación se debe a las propias necesidades y su constante cambio, lo que se conoce como figura-fondo. Sobre este punto, el autor, Francisco Tortosa[1], refiere que “los estímulos no determinan la percepción, sino que es más bien la percepción la que configura los estímulos dotándolos de una estructura y una significación”. A partir de esta separación del campo perceptivo se estructurará también cuestiones relacionadas con el pensamiento, la resolución de problemas y relaciones estructurales.
Este último punto cobra especial relevancia cuando retomamos el curso de la historia y los periodos de la Gestalt en Frankfurt dónde se llega a la conclusión que la percepción no se organiza como una cadena de eventos individuales, sino como proceso organizacional con una dinámica específica gracias a los aportes de Max Wertheimer quien pudo probar el “fenómeno phi” y cómo los estímulos de luz presentados por separado se unen en la percepción para formar una estructura general, cuyo carácter psicológico está desligado de la base física del estímulo y que produce cualidades completamente independientes y separadas en el espacio-tiempo.
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